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Hay diferencias entre Luis Echeverría y Andrés Manuel López Obrador.

El expresidente no dudó para actuar en contra de presuntos espías extranjeros de varios países, a quienes se creía un peligro.

En 1971 procedió contra un puñado de miembros de la KGB, el servicio de espionaje de la entonces URSS.

El operativo se inició el 12 de marzo de aquel año, cuando Echeverría convocó en Los Pinos a varios de sus colaboradores en materia de seguridad.

Entre aquellos hombres de estatura moral y política se encontraba el procurador general de la República, Julio Sánchez Vargas, a quien ordenó:

-Debemos actuar con energía.

Según recuentos y reconstrucciones periodísticas (Newsweek, 6 de febrero del 2018), Echeverría guardó el informe y a continuación intervino el responsable de la inteligencia mexicana:

-Pegue contra la embajada, señor procurador. Todo se fraguó allí, no olvidemos a (Oleg Maksimovich) Nechiporenko. Es el número uno. Tenemos las pruebas.

Con diez años en México, una red de información y supuestas ligas con el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), era una gran amenaza para la seguridad del país.

Nechiporenko reclutaba jóvenes mexicanos para mandarlos a capacitar en técnicas guerrilleras a la Universidad Patrice Lumumba de Moscú.

La purga alcanzó al embajador y por lo menos a cinco miembros más registrados como diplomáticos de la embajada de la URSS, cuya sede no ha salido de La Condesa con la Rusia de Vladimir Putin.

¿Y LA INTELIGENCIA?

Hoy es diferente.

Al Gobierno presente le tomó por sorpresa el señalamiento del jefe del Comando Norte de Estados Unidos, Glen VanHerck.

Según él, la agencia de espionaje militar de Rusia (la GRU, en operación similar a la KGB) ha instalado en México su mayor equipo de espías del mundo.

Eso, naturalmente, Washington lo ve como un riesgo porque están al “acecho de cualquier oportunidad a través de la que puedan influir en Estados Unidos”.

El Presidente no dio importancia al comentario porque, asentó, “México es un país libre, independiente, soberano, que no somos colonia de Rusia ni de China ni de Estados Unidos”.

Ya lo era en 1971 y en ocasiones posteriores, cuando los gobiernos en turno pedían diplomáticamente el retiro de algunos personajes incómodos.

NUEVO MARCO LEGAL

Ahora hay un marco legal adicional, la Ley de Seguridad.

Ricardo Monreal concitó el voto de todas las fracciones, de diputados y senadores, y el Congreso de la Unión no tuvo problemas para aprobarlas.

Con un detalle:

El discurso gubernamental remitía invariablemente hacia las agencias estadounidenses -principalmente CIA, FBI y DEA- por verlas como un peligro.

A esta narrativa ayudó el exfiscal general de Estados Unidos, William Barr, quien se manifestó en contra del cambio jurídico para registrar a los agentes extranjeros.

“Aprobar esta legislación sólo puede beneficiar a las violentas organizaciones criminales transnacionales”, remarcó.

El Presidente no tiene información de injerencias rusas, pero sería grave la burla del requisito de acreditación ante la cancillería de Marcelo Ebrard.

Para eso debieran servir los registros de los presuntos espías denunciados por Glen VanHerck.