El Gobierno lo sabe:
Muchas de las negociaciones previstas por México con Estados Unidos están destinadas a la frialdad, eufemismo de fracaso.
En ese ambiente va a dos hechos:
La entrega de una carta a funcionarios de Washington pero dirigida al presidente Joe Biden a fin de obtener ayuda para invertir en el sur de México y en América Central.
Acto denominado allende la frontera hot opportunities por aprovechar un encuentro para tomarse una foto publicitaria con el canciller Marcelo Ebrard de actor.
Un tema fuera de la agenda del Grupo Económico de Alto Nivel ceñida a la promoción de inversiones y el comercio entre ambos países.
Eso sí, con personajes de alto nivel como la vicepresidenta Kamala Harris por Estados Unidos y Tatiana Clouthier y Ebrard por México.
La representación empresarial estará encabezada por Guillermo Vogel, con largo currículum en la industria del acero y vicepresidente del Consejo de Tenaris.
LA FRONTERA SEGUIRÁ CERRADA
Los negocios pueden avanzar.
Los estadounidenses son maestros en eso, pero manejan por vías distintas la diplomacia y es en este aspecto donde hay reservas de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo es la apertura de la frontera común, una solicitud muchas veces hecha por López Obrador pero ignorada so pretexto de la emergencia sanitaria.
Y su Gobierno tiene reportes sobre la falta de voluntad de Washington para reabrirla por muchas razones aunque les afecte el comercio en su territorio, los exitosos shopping malls.
Ese será un aspecto pero, más allá de las inconformidades con el discurso del Gobierno mexicano, se pueden encontrar razones relativamente justificadas.
Por ejemplo, los riesgos sanitarios porque la población mexicana carece mayoritariamente de vacunación y afectaría a la estadounidense.
Además, la presión migratoria: relajar los accesos más allá de los viajes esenciales significaría exponerse a oleadas de indocumentados y reclamos de visas humanitarias.
En adición están los riesgos de terrorismo, un temor heredado desde 2001 cuando la administración de George W. Bush investigó si los autores del 11-S llegaron por la frontera sur.
Seguramente estos temas no estarán presentes en esta reunión de alto nivel, pero cómo trascenderán en el futuro.
DOS PODERES REUNIDOS EN UNO
Ayer mencionábamos cómo Adán Augusto López concentra las responsabilidades de dos ex funcionarios de alto nivel.
Por una parte, las de Gobernación con mayor influencia sobre la vida nacional a la tenida por Olga Sánchez Cordero.
Y por la otra, los infinitos nexos y negociaciones del consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer.
Los dos se pelearon a muerte y el resultado fue sacarlos del escenario como José López Portillo hizo con Julio Rodolfo Moctezuma y Carlos Tello Macías.
Con guion similar López Obrador explicó ayer esa fusión de labores en un solo hombre, su brody Adán Augusto López: vea “la relación con los gobiernos de los estados, con el Poder Legislativo, con la FGR, con el Poder Judicial…”.
“…me libera porque yo también tenía que hacer eso, porque en esta nueva etapa necesito más tiempo para consolidar el proceso de transformación”.
Todo, en teoría, caía en el ámbito de Sánchez Cordero pero casi todo lo hacía Scherer al alimón con López Obrador.