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Ahora que nos encontramos en la vorágine de los debates presidenciales, se nos olvida muchas veces y nos pasa desapercibida la importancia del Congreso de la Unión, que se integra por dos cámaras, la Cámara de Diputados, que representa a la Nación y la Cámara de Senadores, que representa a las entidades federativas.

Esta importancia tiene aún más relevancia, cuando varias de las propuestas políticas que se plantean contemplan realizar “un cambio de régimen”. ¿Qué significa esto? De las propuestas planteadas, interpreto que se pretende hacer un cambio radical en la forma en que se conduce el país. La propuesta de López Obrador, es nebulosa e imprecisa, dice que todo se va a resolver respetando la ley, y amorosamente con ética proveniente del jefe del Poder Ejecutivo, se acabará la corrupción con el solo pregonar con el ejemplo. Esto suena maravilloso, pero no sabemos cómo lo va a hacer. No creo que con la sola buena intención se pueda lograr.

Por el otro lado, Ricardo Anaya nos promete un cambio de régimen a través de un “gobierno de coalición”, en donde se generarán amplios consensos entre las fuerzas políticas que integrarán el Congreso de la Unión, por lo pronto, con las de la coalición electoral denominada Por México al Frente, poniendo a la consideración del Congreso la integración del gabinete.

Esta facultad de integrar un gobierno de coalición es opcional por parte del Presidente de la República, que elige el presentar al Congreso la ratificación de los funcionarios que él mismo designa. Esta opción fue establecida en la LXII Legislatura, en febrero de 2014 y mayo de 2015, en la que participé como secretario de la Comisión de Puntos Constitucionales.

El gobierno de coalición se rige por un convenio que tiene que ser aprobado por el Senado de la República, en el cual se establece un programa de gobierno y en el mismo se estipulan las causas de su disolución.

Asimismo, hay que tomar en cuenta que cuando se constituye un gobierno de coalición, la relevancia del Congreso es mayor que cuando tenemos un sistema presidencialista, que es el que, hasta ahora, hemos tenido desde nuestra independencia, por lo que es el momento de tomar esta gran oportunidad para hacer las grandes transformaciones políticas que requiere nuestra Nación, que resumo en los siguientes puntos:

• Reconfiguración del gobierno. Es necesario hacer un análisis de fondo para reestructurar las funciones de gobierno del Estado Mexicano en sus tres niveles. Las ineficiencias del gobierno es un verdadero escándalo. El tamaño del gobierno es totalmente injustificado. Son casi cinco millones de asalariados en los tres niveles de gobierno. Hay que tomar en consideración que esta enorme cantidad no incluye a los profesores del sistema educativo, a las fuerzas armadas, a las policías y a los médicos y enfermeras del sistema de salud (datos de 2015, proporcionados por la investigación realizada por la investigadora Aleida Martínez Muñoz, de IEXE, Escuela de Políticas Públicas, con fuente de datos oficiales https://www.iexe.edu.mx/blog/sabes-cuantos-servidores-publicos-trabajan-en-mexico.html).

Si establecemos una visión subsidiaria de lo que puede hacer el gobierno, es decir, dejar que el ciudadano resuelva sus propios problemas con sus propios recursos, le quitamos al gobierno una gran parte de la necesidad de tener un sinnúmero de dependencias y personal que realiza labores asistenciales de una manera sumamente ineficiente.

Debemos de aprovechar la tecnología e innovación, digitalizando y simplificando los trámites gubernamentales, que se duplican constantemente, al tropezarse con los diversos niveles de gobierno. Al respecto, en este mes se aprobó la Ley General de Mejora Regulatoria, que establece todo un sistema nacional para evitar trámites duplicados e inútiles a los que se deberá disciplinar toda la administración pública de los tres niveles de gobierno. Aunque dicha ley excluye los trámites en materia fiscal, considero que estos se deben incluir, porque una gran parte de las complicaciones burocráticas derivan de esta materia.

• Reducción de Impuestos. Al reestructurar al gobierno la consecuencia inmediata es la reducción substancial de impuestos, haciendo que quede más dinero en los bolsillos de los mexicanos para que lo utilicen en hacer sus vidas realizando sus proyectos. Los impuestos son el primer eslabón que se debe atacar para romper con el círculo vicioso de los altos costos que embargan a las empresas y no permite el crecimiento de salarios.

Hay muchas otras oportunidades en las que los legisladores pueden hacer una verdadera diferencia en evitar los abusos de poder, la corrupción y el dispendio gubernamental. Consideramos que un primer paso para transitar de un gobierno presidencialista que nos lleva al autoritarismo hacia uno gobierno con poder balanceado y de rendición de cuentas, es precisamente el gobierno de coalición que nos conducirá a un gobierno parlamentario, para liberarnos del sistema de dominación que nos ha esclavizado en México siempre.