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Ningún arzobispo primado se había atrevido.

Pero el cardenal nayarita Carlos Aguiar Retes tomó la decisión y tiene un control muy superior a cualquiera de sus predecesores.

Poder religioso, poder eclesiástico y poder económico, porque la Emperatriz de las Américas es generadora de muchos milagros y muchas limosnas sacras.

Antes de dar más elementos, recordemos:

Tradicionalmente el abad de la Basílica de Guadalupe tenía una influencia superior o al menos igual al del arzobispo primado de la Ciudad de México.

Esos dos polos de poder generaban una lucha soterrada pese a la supuesta supremacía de quien estaba al frente de la Catedral Metropolitana.

El pleito público mayor, cosa curiosa, se dio por algo casual: en 2008 el abad Guillermo Schulenburg puso en duda la existencia del indio Juan Diego, a quien se le habría aparecido la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre de 1531, y se manifestó contra su canonización.

Su argumento: nunca fueron encontrados los restos del nativo.

TRES NUEVAS DIÓCESIS

El clero minimizó aquella confrontación.

El propio cardenal Norberto Rivera Carrera mantuvo una actitud prudente y, discreta y paulatinamente, a Guillermo Schulenburg se le redujo el protagonismo y luego fue retirado de la abadía.

Proveniente de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes encontró un arzobispado fértil para imponerle su sello y, nadie cuestione, con anuencia del Vaticano y tal vez del propio Papa Francisco.

En algo le habrá servido la febril publicidad y polarización del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, porque sin ningún eco modificó el mapa eclesiástico de la urbe.

Primero creó tres diócesis con asientos en Iztapalapa, Xochimilco y Azcapotzalco.

Luego trasladó virtualmente el ejercicio de su arzobispado a las faldas del Cerro del Tepeyac, donde ya tiene control total y de esa manera ya no hay dos poderes en disputa, Basílica contra Catedral, Abadía contra Arzobispado.

Una operación con mano suave y eficaz, porque la Iglesia Católica y sus feligreses están en paz bajo el manto guadalupano.

MÁYNEZ Y EL ALCOHOL

Ayer dábamos cuenta sobre el debilitamiento de Movimiento Ciudadano en los dos estados bajo su gobierno.

Sobre todo Nuevo León, donde la mancuerna mediática Samuel García-Mariana Rodríguez fue incapaz de ganar Monterrey y el Congreso estatal.

Muy a su pesar, la capital regiomontana quedó en manos del priista Adrián de la Garza, a quien Luisa María Alcalde ha marcado como objetivo morenista para 2027.

Quiere la gubernatura y eso lo veremos entonces.

Pero Dante Delgado se las ingenia para mantener el control de MC a través del excandidato presidencial emergente Jorge Álvarez Máynez.

Los dos hacen mítines partidistas, pero en mal momento porque Álvarez Máynez no es un hombre de buena imagen pese a su pegajosa canción de campaña.

En Las Lomas es público el espectáculo dado por el zacatecano tres domingos atrás, cuando en estado inconveniente comió y algo más en el restaurante Suntory.

Manlio Fabio Beltrones puede estar tranquilo: no fueron únicos aquellos insultos lanzados por Samuel García y Álvarez Máynez en el Estadio Universitario de los Tigres.

Parece costumbre de quien personificó el propio Beltrones de esta manera:

“No se puede gobernar o hacer política desde una borrachera de poder y alcohol…”.

@urenajose1