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Me atrevo a predecir los escenarios que pueden pasar en México después de que pasen las elecciones del 2021. El escenario que yo considero con mejores posibilidades es el que, después de una contundente derrota de Morena en las urnas, el presidente, para variar, diga que hubo un gran y descomunal fraude, que cómo es posible que él teniendo preferencias de la población que rayen en casi un 60%, su partido pierda las elecciones.

En ese muy posible escenario, los ciudadanos se vuelcan a las calles, principalmente impulsados por FRENA, pero ahora sí, acompañados por los partidos políticos que hicieron alianza con Sí por México, con el fallido partido de México Libre y con el PAN, PRI, PRD, y con menor medida, por Movimiento Ciudadano, exigiendo que el INE no se doble frente a la presión del Presidente y sus seguidores de Morena derrotados.

En efecto, esta situación se puede tornar sumamente peligrosa porque habrá una gran presión ejercida no nada más sobre el INE y sobre el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyo presidente será mandatario del jefe del Ejecutivo, por lo que la acción ciudadana de defensa del voto deberá estar bien estructurada con acciones eficaces de resistencia civil activa y pacífica para lograr el reconocimiento cabal del triunfo de la oposición sobre Morena.

Para lo anterior, debemos de estar bien preparados, sobre todo, FRENA, desde ahorita, puede ser la organización ideal para preparase para esa defensa. Pero los integrantes de la gran alianza opositora en ciernes deben de tomar en cuenta este escenario como muy probable por lo que se deben de alistar.

Ahora bien, en caso de que las elecciones fueren ganadas por Morena y sus aliados, logrando una mayoría calificada (2/3) en la Cámara de Diputados, y una mayoría simple en las legislaturas de los Estados con la Ciudad de México, el escenario puede ser devastador para México, eliminándose poco a poco a la iniciativa privada, demeritándose la propiedad privada y afectándose las libertades, ya que el presidente en los tres años que le queden puede consolidar sus sueños de dominio para crear un régimen que trascienda este sexenio, ya sea, pudiéndose reelegir o quedando, como Calles, como poder tras el trono, haciendo sendas reformas a la constitución, desapareciendo órganos autónomos, limitando los poderes del Legislativo y Judicial, creando un gobierno hegemónico, al estilo PRI de los 70s del siglo pasado, en donde el gran jefe del nuevo régimen sea el que dicte lo que sea a su antojo sobre cómo debemos comportarnos los mexicanos.

Pero, si el triunfo de la oposición prevalece, primeramente, se limitará el dominio que tiene el presidente sobre el presupuesto, redireccionándolo para fortalecer la sobrevivencia de las micro y medianas empresas y así mantener el empleo; para promover una reforma fiscal que impulse la desaparición de la informalidad; para darle a los Estados mayor autonomía en el manejo de sus recursos y finanzas; para parar en seco la estatización de la economía; para generar auténticos programas sociales para los que realmente lo necesiten, con reglas claras y transparentes; para reestablecer las estancias infantiles; para darle recursos al sistema de salud; para parar las inversiones inútiles de Dos Bocas y el Tren Maya; para fortalecer a la Auditoría Superior de la Federación y así controlar el desempeño del Ejecutivo; para terminar de establecer el Sistema Nacional Anticorrupción; para interponer acciones de inconstitucionalidad en contra de las arbitrariedades del presidente y trabajar, coordinadamente con la oposición en el Senado para detener las ocurrencias legislativas del Ejecutivo.

Éstas y mucho más cosas más se podrán lograr con el triunfo de la oposición en el 2021, pavimentando el camino para una posible revocación del mandato del presidente en el 2022.

Debemos trabajar todos los ciudadanos para defender a México de la tiranía y para regresar a la senda de la democracia que nos dé bien común,