Los profundos propósitos del cambio educativo agitan un temor:
Pasarlos de la enseñanza básica a la superior, a la universitaria.
La educación no será doctrina completa si no se incluye a normalistas, bachilleres y por supuesto doctorados y postgraduados.
Lo avizoran lentes lúcidas de la UNAM, donde se acerca la sucesión del rector Enrique Graue Wiechers.
La carnada es pegadora: educación gratuita y universal, lo cual significa no cobrar siquiera cuota de inscripción ni exámenes de admisión.
En varias ocasiones el discurso presidencial ha atacado no nada más a instituciones privadas, sino a la Máxima Casa de Estudios.
Su alma mater y otras de supervivencia pública donde existe el requisito de acreditar conocimientos y prueba final para una profesión.
Otro elemento discursivo es la democracia y esa sacaría del control de la Junta de Gobierno de la UNAM la decisión de designar a su nuevo rector.
¿Cómo?
Por ejemplo, una consulta a la comunidad universitaria -maestros, alumnos, trabajadores- para ver a quién prefieren.
LAS UNIVERSIDADES PATITO
El modelo sería universal.
La tentación del poder -o los temores de académicos- parte de las llamadas Universidades para el Bienestar, encomendadas a Raquel Sosa.
Su norma es dar espacio a jóvenes y adultos excluidos -de su derecho, subraya la leyenda oficial- de cursar estudios superiores y alcanzar una profesión.
No puede cuestionarse su regionalización: de septiembre de 2021 a junio de 2022 este programa operó en 145 comunidades de municipios “en situación de vulnerabilidad, rezago o exclusión”.
Se han usado sedes alternas pero todas, indica la señora Sosa en el reporte para el informe, “con el equipamiento básico de mesas, sillas y pintarrones”.
Hay un dato negro:
Para el ciclo pasado se registraron 32 mil 553 estudiantes, algo así como 13.4% menos del anterior y muy por debajo de la capacidad instalada: 126 mil 824.
Contra la estadística está la calidad y sobre ésta subraya la señora Sosa:
“No existe otro condicionamiento para registrarse en la sede que contar con bachillerato o equivalente terminado, cumplir con las actividades académicas y mantener relaciones de respeto de las instalaciones”.
Pero éstas son inexistentes en muchos casos.
¿SIN OPCIÓN PARA NOBEL?
1.- No son universidades ambiciosas.
Sólo hay 107 concluidas o en vías de terminarse con apenas dos módulos de aulas, núcleos sanitarios, auditorio y oficinas.
Otras 30 están al 18%.
Quién sabe a dónde irán esas universidades surgidas y tiene premios, reconocimientos y egresados muy calificados por no exigir aprendizaje calificado.
Tres de la UNAM, para no delirar: Alfonso García Robles, Octavio Paz y Mario Molina, los orgullosos premios Nobel mexicanos.
Y 2.- Las improvisaciones y los propósitos ahorros del Gobierno han incrementado las responsabilidades de los maestros.
Hoy 29 millones de alumnos de enseñanza básica regresarán gracias a los reportes magisteriales sobre las condiciones escolares.
El SNTE de Alfonso Cepeda ha sido muy escrupuloso en esta labor y tanto educadores como padres de familia han sido solidarios en esta tarea.