Ya es una carrera descarada.
A estas alturas, todos parecen estar en ruta para acomodarse con melón (Adán Augusto López) o con sandía (Claudia Sheinbaum).
Entre los funcionarios del Gobierno y los militantes de peso los ubican como los dueños únicos de los afectos presidenciales hacia la sucesión nacional de 2024.
En sus percepciones ya no figuran Ricardo Monreal ni Marcelo Ebrard, el primero excluido de la lista de corcholatas y el segundo descalificado por su jefe.
Los dos creen conocer a López Obrador y aunque a su manera intuyen sus acciones y reacciones, han tomado caminos distintos en la contienda interna.
El canciller aguantó el regaño del miércoles pasado, cuando lo acusó de “menospreciar a la gente” por cuestionar “el piso parejo” para las corcholatas.
Dijo el Presidente:
“…yo voy a apoyar al que gane la encuesta, y también cuando se habla de que no hay piso parejo es un menosprecio a la gente porque ya nadie se deja manipular. Que no se use como excusa. ¿Cómo no va a haber piso parejo si va a ser el pueblo el que va a decidir?”.
Aun así, Ebrard formalizó su afiliación a Morena y su intención de participar.
En contraste con Monreal, quien no se prestó a la mascarada disfrazada de elección finsemanera urdida desde el poder y ejecutada por el personero Mario Delgado.
DUROS Y GRUPO TABASCO
Como quedan dos, acaparan adhesiones y ambiciones.
Las posiciones de cada uno están claras:
Claudia Sheinbaum representa la izquierda histórica, identificada en sus orígenes activistas con la UNAM y por lo tanto con posiciones irreductibles.
Ella se identifica con el grupo duro, por no llamarle rudo, y con quien se han alineado Martí Batres, Ignacio Mier, Cuitláhuac García y miembros del gabinete conocidos como intransigentes.
Más visible y numeroso es el aglutinamiento en torno a Adán Augusto López, hacia quien van los empeños de Palacio para darle imagen presidencial y forma a su precampaña.
Internamente se ha bautizado Grupo Tabasco, al cual pertenecen obviamente él, López Obrador, Octavio Romero, los May, Gabriel García Hernández y Carlos Torres Rosas.
Por si le sirve el dato: García Hernández manejó los programas sociales hasta junio de 2021 cuando fue cesado por los resultados electorales, pero su sucesor es Torres Rosas y deberá responder por 2023 y 2024.
REENCARNACIÓN DEL PRD
1.- Muchos ven en Morena la reencarnación del PRI más rancio.
Más bien aquel PRI se transformó en PRD y, al juntarse con el PSUM y otros partidos y organizaciones se volvió en una guerra de tribus.
Cuauhtémoc Cárdenas no pudo acabar con esos grupos, Los Chuchos coparon los órganos de Gobierno y por ello López Obrador nunca lo dominó.
Ganaba votos en elecciones, pero perdía internamente, al grado de verse marginado tras su segunda derrota en 2012 ante Enrique Peña.
Se fue con parte la militancia, las múltiples tribus y los síndromes acumulados en PRI, PSUM, PRD y demás facciones.
Con esos antecedentes, ¿alguien esperaba una vida ordenada, civilizada y democrática en Morena?
Eso nunca lo veremos.
Y 2.- Carlos Joaquín se va, pero deja muchos proyectos y cuantiosas inversiones, entre ellos los anunciados por el Presidente por 7 mil 300 millones el fin de semana para Cancún y Tulum.