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Viva o muerta, ya mostró sus funestas consecuencias.

El daño es para todos.

Para el Presidente porque apostó sus condenas al libre mercado y sus invocaciones a la patria sin negociar y menos convencer a sus satanizados.

Para el país porque verá partir el capital a fin de regresar a sus orígenes o volar hacia otros mercados más atractivos y con seguridad jurídica.

La advertencia de Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, a la secretaria de Economía de México, Tatiana Clouthier, es sólo una parte:

Pone en riesgo 10 mil millones de dólares invertidos en energías limpias, gran parte de ellas llegadas al amparo de la reforma de Enrique Peña, a la cual se pretende borrar.

También pierde la ecología, como ha remarcado en sus visitas a Palacio Nacional el enviado de la Casa Blanca para el cambio climático, John Kerry.

OPOSICIÓN POR OPOSICIÓN

También la oposición pierde, y mucho.

A falta de estructuras robustas y de narrativa para enriquecer la discusión y ampliar el debate, su imaginación simplemente le da para rechazar todo lo oficialista.

La reforma, o contrarreforma eléctrica como le llama, es el mejor ejemplo.

Ha perdido los pulsos anteriores por falta de argumentos o por un retiro mal explicado y menos justificado, como participar en la consulta de revocación de mandato.

Quizá Marko Cortés, Alejandro Moreno, Jesús Zambrano y Dante Delgado midieron su realidad y no se vieron con fuerza para cumplir el mandato constitucional, la auténtica revocación.

Ahora están en la escasa tarea de medir números para impedir al Presidente y a sus incondicionales-Morena, PT y Verde- salirse una vez más y como siempre con la suya.

Al final, en este limitado recuento, están los partidos pro gubernamentales.

Salen derrotados porque no convencieron ni compraron los diputados -en esto fracasó hasta Leonel Godoy, boletinó la oposición- necesarios para dar gusto al patrón y aportar votos suficientes.

El peor resultado es para el país, pues dividido, incapaz de entenderse y cada día más polarizado, el ambiente restante favorece a quien busca concentrar poder hasta el infinito.

ERA UN TRAIDOR EVITABLE

El jueves, en nuestra edición digital, publicamos la columna titulada Recelo en Va por México: ¿Quién será el traidor?

Esta podría darse grupal o individualmente, señalamos.

La primera traición fue del diputado Carlos Miguel Aysa Damas, quien demostró sus sólidos principios priistas con su salto a Morena.

Es hijo, está dicho, del ex gobernador campechano Carlos Miguel Aysa González, en lista de aprobación para embajador en República Dominicana.

La compra de conciencias y lealtades, nos indica la historia mexicana, se da a través de cargos, prebendas y recursos ocultos.

Pero aquí hay un dato:

Aysa González fue mandatario sustituto por decisión personal de Alejandro Moreno, Alito, cuando optó por dirigir al PRI.

Era su hombre de confianza.

Quién debería cubrirle las espaldas y salvaguardar a Campeche para el partido tricolor, pero hizo todo lo contrario: contribuyó con su (des)gobierno a la victoria de la cuestionada Layda Sansores.

Ni con él y su hijo tuvo control el dirigente priista.