La oposición no sabe qué hacer con su victoria.
Frenó la intentona de reformar la Constitución, de hacer un monopolio eléctrico estatal con la primera gran derrota legislativa de este régimen.
Contenida por los votos del bloque Va por México, CFE de Manuel Bartlett deberá esperar para chupar el erario hasta agotarlo.
Pero esos partidos -PRI, PAN, PRD, MC- no previeron los días siguientes.
No registraron las amenazas presidenciales de calificarlos traidores a la patria y defensores de empresas extranjeras por no apoyar su iniciativa.
Ahora son blanco de la escandalosa campaña del Gobierno, azuzada desde Palacio Nacional y secundada por las claques encomendadas a Mario Delgado y Citlalli Hernández.
Los cuatro partidos no le han dado mayor importancia aun cuando la estructura oficial amaga con pasar del señalamiento criminal a procesarlos por traición a la patria.
SUS OTROS DATOS
Puro escándalo, dicen.
Porque ellos también tienen otros datos.
Han ordenado encuestas para medir las consecuencias del linchamiento oficial y sus primeros datos los empiezan a reconfortar.
La gente no los percibe así:
La población conoce el derecho de los legisladores a votar según su convicciones o línea de sus partidos, en este caso PAN, PRI, PRD y MC.
Ante el bajo impacto, presagian, de nada servirá el amago de Mario Delgado de hacer una consulta para saber si los involucran penalmente.
Es otro tema de risa, dice el perredista Guadalupe Acosta Naranjo, porque la gente ya está cansada de tantos llamados inútiles a las urnas.
De nada sirvió aquella cruzada lopezobradorista de perseguir y encarcelar a los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Hoy ni quién se acuerde de esa promesa de campaña mientras ellos y sus colaboradores siguen orondos por el mundo con vidas normales.
Eso sí, hay tres presos: Emilio Lozoya sin poder ocultar su corrupción de Odebrecht y sus mentiras, y dos considerados presos políticos, la peñista Rosario Robles y el panista Jorge Luis Lavalle.
Pura agua de borrajas.
LOS VIAJES ROTOS
1.- La aviación mexicana, hemos dicho aquí, vive tiempos malos.
Pero peores en el vetusto, parchado, saturado y disfuncional Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Lleva tres años de constante deterioro en sus instalaciones físicas por abandono, pero sobre todo en operaciones disfuncionales.
Aquí le va un dato: depende el día pero ninguno del sexenio registra puntualidad en los despegues y aterrizaje de aviones.
En promedio 70% de ellos salen y llegan con retrasos porque no se programan bien, no se vigila a las aerolíneas y ellas operan con anarquía.
Usan las plataformas como estacionamientos mientras en las salas la gente, desesperada, se congestiona en las salas en espera de salir… cuando sale.
Desde hace tiempo Aeroméxico, cuyo slogan de puntualidad ha perdido vigencia, es mano en hacer cuanto quiere en aumento de operaciones.
¿Y qué hacen el director aeroportuario Carlos Morán Moguel o el director de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), Rodrigo Vásquez Colmenares?
Cuando solucionen usted lo percibirá y nosotros le informaremos.