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Número Cero/ Excelsior

Los tiempos de la sucesión apremian a Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard para embarcarse de lleno en la campaña anticipada que les abrió el Presidente. Pero la jefa de Gobierno de la CDMX podría ser la primera en abandonar su cargo para recorrer el país, urgida por mejorar su potencial en las encuestas, a pesar de ser la que más recursos ha destinado a promover su imagen.

Un eventual movimiento así confirmaría pronto que la condición de favorita en el encarte presidencial no es suficiente para estar en la boleta, porque antes necesita demostrar la capacidad de conectar con el electorado para, al menos, igualar la votación de Morena en 2018 y encabezar un gobierno fuerte. Para López Obrador el dato es crucial, dado que a su sucesor corresponderá continuar con el proyecto y acabar sus grandes obras que no se completarán en su mandato como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

Sheinbaum se presenta como la “continuidad” para la 4T, la promesa más importante para estar en la predilección presidencial. Pero podría no ser suficiente sin crecer en las encuestas con que Morena definirá la candidatura. En el último mes, las tres corcholatas con Adán Augusto López Hernández han elevado su popularidad, aunque a velocidades distintas. El paso entre los punteros, Sheinbaum y Ebrard, es cerrado, pero ella muestra poco menos de empuje que su rival, a pesar tener más reflectores por su informe de gobierno y sus giras promocionales en la capital y en los estados. Sin entrar en campaña Ebrard crece en los sondeos, lo que podría explicar la necesidad de Sheinbaum de intensificar su carrera sin las limitaciones de la responsabilidad de gobierno.

Liderar la lista la coloca en el camino de ser la primera mujer que puede llegar a la Presidencia, pero no sin convencer que puede superar reveses, como el retroceso en la elección de 2021 en CDMX y enseñar su capacidad para articular alianzas que le permitan ampliar sus franjas electorales. Su candidatura es una ecuación difícil por la necesidad de construir su liderazgo político, a la vez que mantener equilibrio con la lealtad que profesa a López Obrador, pero sin parecer que el importante legado que significaría dejar a una mujer en la Presidencia es la opción más fácil de su mentor para seguir influyendo.

Ebrard, por su parte, parece tener menos prisa por dejar el cargo, aunque también ve con nerviosismo la encuesta, por otras razones. Si bien su reconocimiento como un político más moderado y negociador que Sheinbaum podría traducirse en mayor potencial de crecimiento en las encuestas, sectores de Morena no lo ven con buenos ojos por considerar que representa la restauración. Pero su mayor preocupación es que la encuesta ofrezca garantías suficientes para que acepte el resultado y no acabar por romper. La Presidencia es un proyecto para el que dice haberse preparado 40 años y por ello parece decidido a llegar hasta donde tope, a diferencia de 2012 cuando dejó pasar a López Obrador para no dividir el voto de la izquierda.

La decisión de la candidatura aún no parece estar tomada. López Obrador, eso sí, se prepara para recorrer el país el año próximo y tratar de vencer en 2024, aunque será la primera de las últimas tres elecciones en que no estará en la boleta. Pero aspirantes tan cercanos a su círculo más íntimo, como López Hernández, podrían también llegar con su apoyo si las otras opciones fallaran. Baste recordar, sin embargo, que la historia de las sucesiones ha sido también la de las tentativas fallidas de los presidentes por dejar a su sucesor, incluso algunos tan fuertes como Lázaro Cárdenas, que no logró sacar adelante al candidato que mayores garantías daba a su proyecto. Es también el caso de los cinco últimos, que tampoco lograron imponer a su delfín. Y en el caso de López Obrador, la complejidad no es menor por la voluntad de poder y la exigencia de asegurar la continuidad como condición de elegibilidad para su sucesor.

En la pretensión de fincar un proyecto transexenal, el Presidente no conoce tregua ni descanso. Las señales que ha enviado con los destapes anticipados es que habrá competencia y pueden estrellarse en la encuesta con que se definirá la candidatura, aunque se presenten como guardianes de su legado.