Ante la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles punitivos a México en la importación de sus productos a Estados Unidos, aduciendo facultades presidenciales por una situación de emergencia derivada de los grandes flujos migratorios, principalmente provenientes de Centroamérica, este escenario es muy probable que suceda en nuestra relación comercial con Estados Unidos, a partir del 10 de junio:
• Todos los productos provenientes de México hacia los Estados Unidos, sin excepción alguna, estarán sujetos a un impuesto de importación del 5% ad-valorem, con incrementos mensuales de 5%, hasta llegar a un 25%. Esto implica que todas las importaciones de carácter definitivo deberán pagar este impuesto sobre el valor total del producto y demás accesorios del mismo, afectando las realizadas por maquiladoras, no-maquiladoras, sea que cuenten o no cuenten con certificado de origen de México (claro está que las que no cuenten con dicho certificado podrían estar gravadas con aranceles superiores al 5%).
• Estimo que el efecto que esto tendrá, es que va a generar de inmediato un incremento del precio de los productos mexicanos que se vendan en Estados Unidos, por lo que el consumidor podrá optar por comprar productos más baratos disponibles en el mercado, ya sea producidos en Estados Unidos o en otros lugares del mundo. Esta situación es difícil más no imposible de determinar, pero lo más seguro es que no vaya a haber productos más baratos, si acaso pudieran existir productos al mismo precio disponibles. Al respecto, hay que tomar en consideración que Estados Unidos ya empezó con China una guerra de tarifas, incrementando los impuestos de importación de un sinnúmero de productos chinos, y lo más seguro es que esta guerra se expanda en junio a casi la totalidad de las importaciones chinas hacia los Estados Unidos, con impuestos que irán del 5% al 25%.
• Por lo anterior, el presidente Trump no le preocupa mayormente hacer esto con México, si ya lo está haciendo con China.
• Las consecuencias de esto, es que algunos países pudieran aprovecharse de esta situación y competir con México principalmente en productos agrícolas. Esto dañaría severamente al campo mexicano.
• Ahora bien, si AMLO decide aplicar medidas de represalia (retaliatory mesures en inglés), lo que se ocasionará es que el consumidor mexicano pagará más por los productos importados en definitiva a México provenientes de los Estados Unidos (esto no impactaría en el costo de las maquiladoras), pudiendo México, a su vez, sustituir productos agrícolas provenientes de Estados Unidos por aquellos producidos en países en los que México tiene celebrados tratados de libre comercio, en cuyo caso el impacto a los consumidores mexicanos sería menor, pero se sufriría el costo adicional que pueda existir el importar dichos productos de terceros países, derivados de mayores costos de transporte y logísticos, así como del precio mismo del producto que pudiera ser superior al estadounidense.
• En todo caso, considero que todos salimos perdiendo ante estos escenarios, salvo el mismísimo presidente Trump, que planea en el mes de junio incrementar sus actividades de campaña para la reelección, haciendo que suban sus niveles de popularidad con sus electores cuello rojo, con los que ha creado la narrativa de que los villanos que les han causado todos sus males son México y China.
• Así que más vale que nos vayamos acostumbrando que vendrán pronto temas muy fuertes para las economías de México y de Estados Unidos, pero es posible que ellos se resfríen y a nosotros nos dé pulmonía.
Esperemos que las compañías estadounidenses y el mismo Partido Republicano convenzan al presidente Trump que continuar con su estrategia puede tener un costo muy alto para su economía, generándose inflación, pudiendo con ello poner en peligro la misma popularidad que Trump ha gozado con sus cuello rojos.
Al efecto, ya existe un movimiento de legisladores republicanos que intentan bloquear el intento del presidente Trump de imponer estos aranceles, con una resolución del Congreso que indique que Trump no tiene facultades de imponer estos impuestos al objetar sus facultades de emergencia, aduciendo la no existencia de hechos que la fundamenten.
Por nuestra parte, el presidente López Obrador tiene la responsabilidad de aplicar las leyes migratorias y salvaguardar nuestras fronteras, porque el horno no está para bollos de ponernos a hacer labores humanitarias en detrimento de nuestra población, por más romántica y buena que sea su intención de quedar bien con el mundo.