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Puede ser que mucha gente me critique porque antes de que López Obrador tome el poder ya estoy hablando de las elecciones de medio término del año 2021. Pero con lo que acaba de pasar en los Estados Unidos con sus primeras elecciones en donde, después del triunfo de Trump y los republicanos que dominaron las mayorías en su Congreso en ambas cámaras, el Partido Republicano de Trump pierde el control absoluto que tenía.

Al respecto, vale la pena hacer estas reflexiones:

Debemos en primer lugar entender los paralelismos políticos que existen en lo que ha estado pasando en Estados Unidos y en lo que empieza a suceder en México.

En Estados Unidos ganó en el 2016 la presidencia de la república del Norte el personaje Donald Trump. Persona controvertida, que se enfocó en su campaña a combatir el sistema de Washington. En México en el 2018 gana AMLO enfocando su campaña en combatir la “mafia del poder” y la corrupción, yendo en contra del establishment que ha venido gobernando siempre a nuestro país. Ambos mandatarios obtuvieron triunfos alzándose con la mayoría en sus Congresos.

Pero, ahora, después de dos años sumamente controvertidos Trump pierde el control de su Congreso en las recientes elecciones de la semana pasada. Con esto viene un gran freno a las acciones de Trump que se veían descabelladas y amenazantes con un Congreso proclive a sus deseos y caprichos.

En México aún no tenemos esto, pero sí tenemos fuertes indicios de lo que el gobierno de AMLO puede llegar a ser. Ya hemos visto con Texcoco, aun antes de tomar el poder formal, lo que puede suceder en el país nada más por su mero capricho. También hemos visto con la iniciativa para combatir las comisiones que los bancos cobran, que ese mismo capricho se puede generar desde el Congreso, aun en aparente contradicción de lo que opine el mismo López Obrador.

Sin entrar al análisis de fondo de ambas situaciones (la primera que se presentó como una manera de combatir los abusos de la “mafia del poder” en los contratos de la obra del NAIM, y la segunda que pretende combatir al cartel real del oligopolio bancario), podemos concluir que las formas de realizarlo no justifican las implicaciones de hacerlo y nefastas consecuencias que van a generar.

Podemos decir que lo primero que crea es inseguridad en los inversionistas e inestabilidad en los mercados. En el caso de Trump, sus políticas públicas han tenido al mundo entero en jaque, aunque aún no se han visto las implicaciones económicas que acarrean viéndose nubladas por la gran suerte de Trump que los indicadores económicos de los Estados Unidos e índices de empleo son los más altos en décadas, aunque no claramente atribuibles a sus acciones, sí aprovechables en su discurso y narrativa.

Pero, lo que debemos de aprender de las recientes elecciones del Congreso de los Estados Unidos, donde se renovó por completo su Cámara Baja y un tercio del Senado, es que su pueblo decidió que no era conveniente dejarle a Trump la mayoría en el Congreso, que era necesario mantener un balance de poder para que sus poderes públicos pudieran moderar sus políticas para el desarrollo harmónico de su nación.

Ahora bien, en México estamos a punto de empezar con el nuevo Poder Ejecutivo que es representado por un solo hombre, es decir, en AMLO como el Presidente de la República, con un amplio voto popular y legitimación, pero que nos ha dado muestras de su poder informal que aun antes de tomar posesión ha impulsado una política pública que da con el traste al proyecto más grande de infraestructura en el país, que lleva un 30% de avance con miles de millones de pesos de inversión que prácticamente se van a la basura, y sin ninguna clase de restricción en el poder Legislativo que le haría contrapeso si estuviera en manos de la oposición.

Además, en el lado del Poder Legislativo que apenas empieza, vemos que hace las cosas al botepronto con un ímpetu nunca visto, mandando señales de desmesura y radicalismo que lo único que va a provocar es incertidumbre en los mercados financieros que generan enormes pérdidas a los ahorradores, principalmente a los obreros a través de las AFORES, devaluando nuestra moneda, haciendo que la deuda pública se encarezca en su servicio y deteniendo las inversiones que generan empleo.

Por lo anterior, debemos de aprender de la lección que nos dieron la semana pasada los estadounidenses, que hay que mantener un balance de poder, que lo podemos lograr en México en el 2021, cuando se renueva la Cámara de Diputados en su totalidad. No desperdiciemos el valor más precioso que tenemos en la política, que es nuestra democracia.