Número cero/EXCELSIOR
El plan de la oposición de replegarse a los estados frente al poder de la 4T falló. El gobierno se dirige a su cuarto año en 2022 con el horizonte despejado de la resistencia del bloque de gobernadores de la Alianza Federalista, su mayor oposición hasta la mitad del camino. La centralización del poder en la Presidencia fuerte de López Obrador acabó por desmoronar la estrategia de confrontación desde la Federación y debilita la unidad opositora, carente de un proyecto que articule una alternativa política más allá de la denuncia del retroceso democrático. El año concluye con la paradoja de un país más polarizado, pero menos enfrentado entre los poderes.
La excepción son instituciones que hacen contrapeso al Ejecutivo como el INE. Con éste la confrontación seguirá en 2022 porque se judicializará el conflicto por la revocación de mandato y otros que deriven de la pugna política de las seis elecciones estatales de 2022. El choque con el INE será más agudo con quejas que deberá dirimir el Poder Judicial, tras acordar, en votación dividida, aplazar la consulta por falta de recursos. La decisión y dejarla a su suerte en manos de los tribunales perjudica al INE, pero la defensa de la democracia servirá a la oposición como una de sus pocas estrategias frente a la 4T.
Por eso el enfrentamiento seguirá tensando la colaboración institucional, aunque sin el desafío de fragmentación política que llegó a implicar la oposición de 10 gobernadores de la Alianza Federalista al poder central y su reclamo contra el pacto fiscal. Se activarán otros contrapesos como la Corte y el TEPJF para solventar el diferendo y obligar al INE a llevar a cabo el revocatorio. La hostilidad avivará la polarización, pero los equilibrios de fuerza y términos de la negociación cambian con el desarme opositor en los estados.
La fuerza de la Alianza Federalista se diluyó desde el juicio político a Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, entre mandatarios temerosos por el mensaje presidencial y necesidades presupuestales de estados sobreendeudados. Chihuahua, con otro bastión panista, Guanajuato, regresa a la Conago bajo la presidencia entusiasta del priista Omar Fayad, de Hidalgo, y del gobernador emecista, de NL, Samuel García. La resistencia se reduce a Enrique Alfaro, de Jalisco, que llegó a organizar una consulta sobre el pacto fiscal en su entidad, pero aislado y sin la fuerza de la Alianza para oponerse a la centralización de la 4T. El armisticio de los estados abrió como en cascada el llamado al dialogo del PAN, en una muestra del fracaso de su estrategia anti-AMLO, y sacude también la identidad y pactos con la cúpula del PRI en el bloque electoral Va por México, aunque anuncia alianza en cuatro gubernaturas el próximo año.
En la perspectiva de 2022, el conflicto político se centrará en la reforma eléctrica, que podría acabar por descarrilar a Va por México con un PRI en crisis de identidad, tras abjurar del neoliberalismo de sus gobiernos como responsable de la pobreza y desigualdad, pero sobre todo por el escenario de desfondarse si llegara a 2024 con una sola gubernatura. La reforma más importante para la 4T lleva a revalorar su empatía con el PRI, aunque una alianza abierta sería muy costosa para el discurso del obradorismo, sin llegar a ser descartable.
Pero el escenario del próximo año no está exento de riesgos para la 4T, aunque no vengan de la competencia política, sino de cambios en el terreno de juego por la sacudida de la inflación y la caída de expectativas de crecimiento. Éste será el mayor Rubicón para la popularidad del Presidente, porque arrostra un elevado riesgo para el bolsillo de los mexicanos. Los pasos del gobierno con los empresarios en los próximos meses serán decisivos para saber si puede evitar el peligro de uno de estos monstruos de la economía sin caer en el otro, y sin que desaten una mayor espiral de violencia que acabe por rebasar a la estrategia de militarización para mantener la gobernanza del poder central frente al delito.
El 2022 es un año de difícil pronóstico porque si bien inicia con menor confrontación entre poderes, la polarización puede elevarse por el impacto de la economía en una población cansada de la pandemia que, pese a todo, no quiere perder la esperanza del futuro.