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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El torbellino que se cierne con la llegada de Trump a la Casa Blanca amenaza con revolver la relación con México y agitar la discordia política interna. El 2025 es el año que vivimos en peligro por la abundancia de cosas que pueden ocurrir al mismo tiempo sin saber, a ciencia cierta, el desorden y el grado de desacuerdos que sembrará el remolino de viento.

Las agresivas y radicales políticas proteccionistas y nacionalistas que anticipó desde su campaña hacen temblar al mundo con mensajes como apropiarse de Groenlandia o del nombre del golfo de México. Pero lo más preocupante es que encuentran al país sumido en la desunión y disconformidad, la peor situación interior para defenderse de la potencia mundial. La desavenencia de voluntades y opiniones en una prolongada contienda por la República debilita la resistencia ante sus zarpazos. La existencia de enemigos internos, y no de adversarios, atenta contra la unidad frente al peligroso injerencismo.

No es la primera vez que Trump amenaza con declarar terroristas a los cárteles para desatar la guerra contra el narco, y después no materializarla o ir más allá del golpe mediático. El miedo es el vehículo para imponer sus designios. Pero confiar en que es sólo “show” éstas y otras advertencias, como expulsiones masivas de migrantes o castigos comerciales, a nadie tranquiliza. Menos al gobierno de Sheinbaum y de la 4T, cuyas reacciones reflejan preocupación y temor por el grado de intromisión y sus consecuencias internas.

Una expresión de incertidumbre por el alcance de esas iniciativas es el enfrentamiento de Sheinbaum con el NYT por un reportaje sobre laboratorios de fentanilo en Sinaloa. Aunque su cuestionamiento de la información parezca innecesario, no puede entenderse fuera del contexto del amago de entrar a limpiar a los cárteles y acabar con esa droga con la justificación de que mata a 100,000 estadunidenses al año. La suya no es la posición negacionista que nada resuelve de López Obrador, sino un alegato contra la intimidación de un par mucho más poderoso que ataca guiado por el olor a la sangre.

El plasma tiene olor a metal y su estímulo es complejo. El republicano tiene un olfato agudo para pelear y percibir las debilidades de un país donde la división pueda derivar en respaldo al injerencismo, como han dicho liderazgos panistas, para acotar el poder de Morena. Creer que EU puede ser un contrapeso al gobierno nacional es una ingenuidad y demerita a quienes llegan a esparcir la idea de que el antiintervencionismo de Sheinbaum es para proteger a los cárteles; y contradictoria cuando, al mismo tiempo, resaltan su distancia con la política de “abrazos y no balazos” si sirve para contrapuntear con López Obrador.

Convertir la discordia en causa política es el peor error por reflejar un país enquistado en la violencia e incapaz de resolver sus problemas. Trump es una perturbación para los equilibrios de las fuerzas políticas internas, tanto opositoras como del oficialismo, como puede observarse de una nota que circuló de Morena en el Senado con críticas indirectas a la política de seguridad de Sheinbaum y la advertencia de revueltas sociales si se declaran como terroristas a los cárteles. El análisis, ni confirmado ni desmentido, preocupa por sostener que la legitimidad y la unidad social descansa en la contención contra el crimen del gobierno anterior; y que, por tanto, combatir la violencia y el delito arriesga la gobernabilidad y conduce a insurrecciones en regiones con mayor presencia de ellos. Tampoco es el camino.

La idea de tomar la iniciativa con la amenaza de que el tigre pueda soltarse, como muchas veces dijo López Obrador, es un juego peligroso si lo que pretendiera es acorralar a un gobierno con alta aprobación como el de Sheinbaum; pero obligado a no parecer débil ante el desafío y llevado a demostrar músculo social, como prepara en una movilización masiva por los 100 días de gobierno. Cualquier tentativa de socavarlo sólo favorece a las “guerras” comerciales de Trump y sus políticas nativistas, donde sólo caben sus intereses; por eso el mayor peligro es la visión distópica de aprovechar la injerencia para ayudar a dinamitar su barco.

La óptica más miope es la idea equivocada de que se puede estar mejor si las cosas se ponen peor. Por eso la sabia advertencia sobre la confrontación, de la que se sabe cuándo empieza, pero no dónde termina.