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Estira y afloja

En la Cumbre de Líderes de América del Norte celebrada en México, se acordó compartir información sobre las mejores prácticas para electrificar y descarbonizar el transporte público de Estados Unidos, Canadá y México. Simultáneamente, los departamentos de Energía, Transporte, Vivienda y Desarrollo Urbano y la Agencia de Protección Ambiental de EU presentaron su Plan Nacional para la Descarbonización del Transporte. 

Aquí hay varios elementos que repercutirán en México por muchas razones, en especial porque el sector automotriz nacional es parte de la cadena productiva de vehículos de todo tipo con EU y porque refuerza la obligación de privilegiar la generación de electricidad menos contaminante. Un punto crítico para la CFE. 

Ese plan pretende mejorar la planificación del uso de la tierra, hacer que sea más “atractivo y práctico para las personas hacer menos viajes o más cortos, o caminar o andar en bicicleta” donde sea factible, lo que implicará “grandes inversiones en ferrocarril, transporte público e infraestructura de transporte más eficiente energéticamente”.

Destaca que las tecnologías para descarbonizar la mayoría de los sistemas de transporte “están a la vista y ofrecen vías realistas y viables”, y que debe acelerarse la electrificación de automóviles, camiones y autobuses y la provisión de la infraestructura necesaria para cargarlos, además de vehículos híbridos enchufables y eléctricos de celda de combustible de hidrógeno, para pasajeros y de carga.

En el plan de Estados Unidos se habla de trabajar con “socios internacionales para definir objetivos, estándares de infraestructura y planes de implementación para alentar este cambio y el del transporte marítimo y la aviación internacionales”, además de impulsar la fabricación de baterías, electrólisis de hidrógeno y combustible sostenible, combustibles a partir de biomasa y materias primas de desecho para el transporte por mar y aire, el diésel renovable y los combustibles de aviación que sean sostenibles.

Paralelamente se reducirá el uso de combustibles fósiles y “nuestra dependencia del petróleo, se limitarán los impactos de la volatilidad y la inflación del precio del crudo y se reducirá nuestro uso total de energía”, con lo que “disminuirá la vulnerabilidad a la interrupciones del suministro o cambios de precios de los energéticos”. Este camino “también tendrá un profundo efecto en la red eléctrica” que ya se está descarbonizando. 

Es claro que el reto planteado por este plan para México es muy importante, y todo hace suponer que para enfrentarlo de inmediato el gobierno de la 4T tendrá que flexibilizar su posición en la política energética, sobre todo en materia de electricidad. Las negociaciones siguen en espera de que los expertos en el tema y los abogados de los tres países lleguen a acuerdos aceptables.

jesus.rangel@milenio.com