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Durante muchos años la “Modalidad 40” fue un camino eficaz para apresurar la jubilación de muchos derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social cuando habían suspendido sus cotizaciones regulares. Consistía en inyectar dinero para aumentar el número de semanas ya acumuladas y lograr una pensión más decorosa.
Sin embargo, ese recurso ahora está bloqueado por dos razones. La incapacidad administrativa (llamémosle en beneficio de la duda, ineptitud; no inmoralidad) y el nepotismo. Llamémosle casualidad. Ni sospechar algo peor.
Hoy –me dicen fuentes internas– miles de ex trabajadores sufren demoras en los procesos de alta, baja y reconocimiento de semanas cotizadas. Si antes tardaba 4 días en promedio, ahora, como consecuencia de la centralización en la validación de sus aportaciones, pueden desesperar seis o más meses.
Y mientras, el dinero sude y sude.
Pero ¿por qué se ha centralizado todo en una sola voluntad? Pues por una casualidad parecida al nepotismo: la Directora de Incorporación y Recaudación del IMSS, se llama (todo parece señalar un parentesco con Felipe Calderón) Luisa Obrador Garrido Cuesta.
Y vaya si cuesta.
La “Modalidad 40” ha sido una fuente creciente de ingresos. En 2023, el instituto recaudó (se calcula) más de 25 mil millones de pesos gracias a este recurso administrativo. Esa cifra ha crecido de manera sostenida en los últimos cinco años. Como resultado, el expedito trámite anterior a la 4-T y su baño turco, antes de la 4T, hoy puede tardar hasta un año.
Para mejor comprensión ofrezco estos datos:
“El primer retraso se da desde el momento en que un asegurado decide incorporarse a la “Modalidad 40”, (que es un esquema que permite a los trabajadores seguir cotizando por su cuenta para aumentar el monto de su futura pensión), porque, aunque los pagos se realicen en tiempo y forma en los bancos autorizados, el alta oficial puede tardar varios meses, ante la Dirección de Incorporación y Recaudación.
“Hace un par de años, bajo el argumento de combatir la supuesta corrupción (de otros) , el Seguro Social centralizó los trámites, que se realizaban en 500 ventanillas de las 133 subdelegaciones en todo el país, para atender nueve mil solicitudes mensuales de esta modalidad, lo que ha generado un verdadero cuello de botella. “A pesar de que el IMSS asegura que estos periodos de espera serán pagados retroactivamente, para muchos adultos mayores representa incertidumbre económica. Para abril de este año había cerca de 260 mil asegurados inscritos en esa modalidad, que hoy corren el riesgo de sufrir retrasos en el reconocimiento de los periodos cotizados en el periodo sin alta. Se estima que, adicionalmente a los inscritos, anualmente se les agregan 90 mil más que solicitan su alta y baja de “la 40” para iniciar el trámite de pensión por cesantía en edad avanzada y vejez. “La Dirección de Incorporación y Recaudación del instituto (Luisa Obrador Garrido Cuesta), también centralizó la certificación de derechos pensionarios, mediante la emisión de un nuevo procedimiento en 2023 y reforzado en enero de 2024, con lineamientos más estrictos, a pesar de que las aportaciones se realizan en bancos autorizados, para validar la pensión, lo que ocasiona que el IMSS verifique una vez más todo el proceso.
“El plazo establecido en los propios lineamientos del Consejo Técnico del IMSS, maneja un tiempo estimado de alrededor de 12 días hábiles para certificar las cotizaciones tras la solicitud la pensión. Sin embargo, en la práctica esos plazos simplemente no se cumplen. “Este rezago también generó quejas ante el desaparecido Instituto Nacional de Transparencia (INAI), ya que muchos asegurados enfrentaron problemas para acceder a su historial de cotizaciones o detectar errores en sus registros.
“En 2024, más de 9 mil casos relacionados con semanas cotizadas y pensiones fueron atendidos por el INAI, lo que demuestra una creciente desconfianza y frustración entre los trabajadores que confiaron en la Modalidad 40 para mejorar su retiro”.
No entienden la “Revolución de las conciencias”.
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