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Quería un pretexto para pegarle a la quincena de la burocracia dorada, esa que le provoca prurito porque tiene salarios mayores al suyo.

¡Ah!, los canijos machuchones aspiracionistas egresados de la UNAM, del ITAM y universidades del extranjero, los que hablan inglés y tienen carrazo y…

En esas andaba Su Alteza Serenísima en la mañanera, cuando intempestivamente, casualmente como no queriendo, que le ponen una bola de pechita para que bateara de jonrón.

Y se cumplió lo dicho por la colega Reyna Haydé Ramírez el jueves de la semana pasada.

¿Recuerda usted?

“Si a cuántas personas que actúan como por sumisión, por silenciosos, por guardar silencio o porque están con usted, lo han dicho abiertamente, que vienen aquí y le dan por el lado, le ponen las ‘pechitas’ para que batee jonrones. Yo no soy así, presidente, yo soy reportera (…)”.

Sí, señoras y señores, eso dijo la periodista independiente al licenciado presidente, en alusión a los paleros que le aplauden y siembran preguntas para que toque el tema de su interés. Los mercenarios que dicen actuar por convicción, patriotas, pues.

Bueno, pues resulta que, después de un largo preámbulo en el que se exhibió lo mismo a la gobernadora del Banco de México, ministros de la Corte, consejeros electorales, directivos de organismos autónomos y etcétera y etcétera, en la mañanera de media semana, al prócer dueño del poder y de la verdad y de los otros datos, le dieron la pauta:

–Entonces, preguntarle eso, sí existe algún plan para que la austeridad republicana sea una realidad en los tres Poderes de la Unión y también en todas las instituciones, en todos los organismos autónomos. ¿Qué se podría hacer al respecto?, porque por conciencia ellos no lo van hacer, están amparados.

–Sí, estamos conscientes de eso. Esto surgió porque ustedes preguntaron un lunes y estaba aquí Ricardo Sheffield y él tiene que ver con el Quién en quién en los precios. No le corresponde, la verdad, pero le pedí para que no se tardara y se diera la información rápido, y eso fue lo que hizo—respondió en automático el licenciado Andrés Manuel I.

Lo cierto es que Su Alteza Serenísima debió aceptar que su iniciativa original de austeridad en el sector público, incluso la Ley de Austeridad Republicana, no se cumple y por eso los amparos “y franco incumplimiento a la Constitución y a esta ley de austeridad”, según concluye. O sea…

Entonces –resolvió Andrés Manuel I– “vamos a buscar la forma de presentar una iniciativa de reforma a la ley de austeridad y, si procede, una nueva reforma a la Constitución, para dejarlo más claro y que no se preste a las interpretaciones que hicieron en el Poder Judicial de manera leguleya los altos servidores públicos, que fueron los que promovieron lo de los amparos, creo que un ministro o dos fueron lo que iniciaron con esto”.

Pero, ¿qué cree?

El licenciado presidente, con ese barniz de la archivada honestidad valiente expuso que planteará la iniciativa con la firma idea de que su nombre no sea inscrito en la historia patria como encubridor; “para que no quedemos nosotros como encubridores. Si en el Poder Legislativo no se aprueba, ya es otra cosa, pero lo voy a hacer, nada más que en su momento (…)”.

Aunque parece que no tiene mucha prisa en este tema porque, en su agenda tienen prioridad otros asuntos como que la Guardia Nacional forme parte de la Sedena, porque no quiere que se corrompa como la Policía Federal, aunque con ello se incumpla con el compromiso de que la Guardia Nacional tendría carácter y mando civil.

Pero qué le vamos a hacer, porque cuando el licenciado presidente despierta con las ganas de joder al país y hacer su sagrada voluntad ni quien lo detenga.

“Entonces –argumentó– no queremos eso porque estamos trabajando para formar gente recta que viene de la Defensa, que viene de Marina, jóvenes con lealtad al pueblo, con lealtad a México, incorruptibles”.

Bueno. Despuesito de una amplia y bien documentada relatoría de lo que ocurría en sexenios anteriores en materia de seguridad, retomó el hilo de la pregunta sembrada y anunció el extraño retorno de la austeridad… en los salarios del vecino.

Total, nadie en el gabinetazo tiene el valor de reprocharle que viva en Palacio Nacional ni que la despensa la haga la doctora Gutiérrez Müller –como se imagina en un matrimonio cero fifí– con cargo al erario público, o que la tintorería de sus trajes bien cortadosperomalportados no la pague de su bolsillo y, por tanto, el billete de 200 pesos continúe inmaculado.

Así que, con trompetas tocadas por querubines en el Olimpo, anunció:

“Sí les adelanto que, de todas maneras, ya vamos a pasar de la fase de la austeridad republicana a una fase superior, que es la de la pobreza franciscana, porque tengo reunión mañana con el gabinete y vamos a llevar a cabo medidas de austeridad adicionales”.

–¿Cómo cuáles?—preguntó la sembradora de la pechita.

Integrantes de la burocracia dorada y de ahí para abajito hasta directores de área habrán de recordar al miércoles 27 de julio de 2022, como la fecha en la que el destino los alcanzó. Porque…

–Vamos a reducir bastante –respondió Su Alteza Serenísima– casi no va a haber viajes al extranjero, o sea, vamos a procurar que toda la comunicación se haga por teléfono o por teleconferencias, y vamos a reducir viáticos aún más, y otras medidas.

Y se ufanó:

“Quiero informarle al pueblo que desde que estamos en el gobierno no hemos comprado un vehículo nuevo para funcionarios públicos, uno solo. La camioneta más nueva que tengo es del 2018, que la compraron antes de que yo llegara, y ya tiene 280 mil kilómetros. Pero tenemos ya camionetas de las que usamos de 400 mil kilómetros y de 10 años de uso. Les estamos dando mantenimiento y funcionan bien, no me han dejado tirado en las giras.

“Y vamos a avanzar más en el plan de austeridad, independientemente de lo que tiene que ver con poderes autónomos y que esto tiene que tratarse como una cuestión de Estado, es austeridad republicana de Estado”.

–¿Cuánto se busca ahorrar, presidente?

–Pues nos hemos ahorrado ya… Podemos hacer la cuenta, pero ya podemos estar, en el tiempo que llevamos, con ahorros del orden de dos billones de pesos, en general–, blofeó Andrés Manuel I, porque esos ahorros no son por el recorte a salarios ni viáticos.

Pero, pero…

¿Y dónde están esos ahorros? ¿Disminuyó la pobreza? ¿Están en Dos Bocas y el trencito maya y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles? Porque, en medicinas no se gastaron ni en atención a las mujeres vulnerables, por citar un par de ejemplos que sufren la sequía presupuestal.

¿Entonces?

Qué le vamos a hacer. Porque después de todo Su Alteza Serenísima se atrevió a decir que, “si alguien me pide una recomendación de cómo hacer un buen gobierno, entre otras cosas, algo muy sencillo, pero trascendente es: no permitas la corrupción ni los lujos en el gobierno, y ahorra, y esos fondos destínalos al pueblo (…)”.

Así que, jóvenes y jóvenas funcionarios del gabinetazo, ahorren, ahorren, porque ni soñar con aguinaldo copeteado. Prepárense para la fase superior de la austeridad republicana… la pobreza franciscana. ¡Sopas! Digo.

sanchezlimon@gmail.com @msanchezlimon @msanchezlimon1