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Ricardo Monreal Ávila, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), afirmó que la aplicación de aranceles por parte del Gobierno de Estados Unidos tiene motivaciones económicas y políticas.

Anotó que “esta medida es para recaudar más recursos para el erario), pero también hay una motivación política: castigar o premiar a los países que buscan hacer negocios con los Estados Unidos”.

En ese sentido, recordó que “cuando el gobierno del expresidente Carlos Salinas buscó negociar el TLC con la Unión Europea, le plantearon abiertamente la llamada ‘cláusula democrática’, por la cual debería haber no sólo libre comercio, sino elecciones libres en México y la mejora de los derechos humanos. El INE y la CNDH deben mucho su existencia a la lucha democrática dentro del país, pero también a estas consideraciones de política internacional”.

Por ello, “no es de extrañar que, junto con la revisión de aranceles, el gobierno republicano de EE. UU. coloque sobre la mesa la valoración de la política de seguridad en materia de narcóticos (fentanilo) y la lucha contra los cárteles que la producen y la introducen a su territorio.

“Los gobiernos demócratas suelen separar el agua y el aceite; negocian por cuerdas separadas lo comercial y la seguridad, y recurren más a las vías diplomáticas que a las militares o policiales, pero los gobiernos republicanos, no, especialmente el actual, que coloca en una sola caja los temas de su interés: comercio, seguridad y migración”.

Monreal Ávila dijo que “hay quienes extrañamos al Donald Trump del primer mandato, que llevó la fiesta en paz con el gobierno mexicano, gracias a la empatía personal que hubo entre él y el presidente AMLO, no obstante sus diferencias y distancias ideológicas y políticas.

“Pero ahora es distinto; hoy existe un ‘establishment’ más duro, políticamente homogéneo y cohesionado en su visión ideológica, en el cual México es colocado como ‘adversario’, al nivel de Rusia, China e Irán (por más increíble que esto le parezca al resto del mundo)”.

Señaló que “hasta el momento, de una treintena de países afectados por las tasas arancelarias de EE. UU., que van desde el 10 hasta el 50 por ciento, México, con su 30 por ciento de aranceles generalizados a los productos que no están al amparo del T-MEC, se encuentra ligeramente arriba de la media (con un 26.33 por ciento).

“Reducir más estos aranceles depende, al parecer, de cuatro factores: 1) adelantar el compromiso de un nuevo acuerdo comercial; 2) reducir al mínimo el flujo migratorio indocumentado, al sur y norte de nuestras fronteras; 3) avanzar aún más en los golpes a los cárteles del fentanilo, y 4) contener la ‘grilla’ de la derecha mexicana, que busca cada vez más usar los aranceles como arma política injerencista”.

Sobre el último aspecto, acotó que la derecha mexicana, “ante el retroceso que ha tenido en las urnas y el consiguiente desplazamiento en áreas donde se había asentado, como en los poderes Legislativo y Judicial, además de en los gobiernos locales, hoy traslada a Washington su caja de resonancia, con quejas, planteamientos y demandas abiertamente injerencistas”.