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Échate ese trompo a la uña. Que la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, se divorcia de Carlos Torres a cinco meses del visa-gate.

En tierras bajacalifornianas y en el centro político del país se otea que no se trata de un asunto de telenovela rosa donde dos caminos deben separarse porque se acabó el amor.

Huele, se dice, a trompo de supervivencia con más giros que un juego de pirinola en plena fiesta de pueblo, porque se advierte una estrategia post-escándalo de cancelación de visas para que Morena no se caiga en la frontera.

Y es que el 6 de junio de 2027 se elegirá gobernador o gobernadora de Baja California, 25 diputaciones locales, 7 alcaldías y un pedazo de la Cámara federal. Todo un termómetro político.

Les cuento. Desde antes y después de que explotara en mayo pasado el escándalo del visa-gate en Baja California,el gobierno de Marina del Pilar y su imagen misma sufrió un desgaste por la injerencia de su futuro ex esposo.

Carlos, un ex panista que se casó con ella en 2019, llegó a ostentar el cargo honorario de Coordinador de Proyectos Estratégicosen Tijuanayen el estado.

Se le acusó de nepotismo. Por el pasaban decisiones de gobierno de gran trascendencia y los reflectores le apuntaron con intensidad cuando se filtró que era investigado en Estados Unidos por huachicol fiscal, lavado de dinero y evasión de impuestos.

Lo negó y Marina siempre lo apoyó bajo una ola de opiniones negativas hacia su mandato.

Incluso, cuando se formalizó que el gobierno de Estados Unidos les canceló la visa, lo que causó un gran revuelo internacional por tratarse de la jefa de un estado fronterizo, la gobernadora volvió a dar la cara por el papá de sus hijos.

Sostuvo que “ha actuado siempre con integridad; mi respaldo no es solo personal, es moral y político”. Dijo que ya no hablaría de la cancelación de visas y que gobernaría “con el corazón por delante y conciencia tranquila”.

Conforme transcurrieron los meses, Carlos fue desapareciendo de la escena pública y política, mientras la imagen de Marina del Pilar sufría un gran desgaste y  un chisme -¿sembrado?- comenzó a correr con fuerza por los pasillos de Palacio de Gobierno: que la gobernadora se divorcia.

– ¿Nos puede confirmar si hay divorcio?, le preguntaron en su conferencia del 8 de octubre pasado.

Estamos en proceso de divorcio. Yo respeto mucho a Carlos. Es un gran hombre, un gran papá. Y lo estamos haciendo con mucho cariño y con mucho respeto. Estamos en ese proceso…Y sí, efectivamente es cierto, respondió.

Pero el trompo de las especulaciones políticas no deja de girar y se insiste que  Marina pretende deslindarse de su cónyuge para que la ciudadanía vea que no tiene nada que ver con el asunto de las visas, lo que tampoco se ha establecido ni esclarecido judicialmente.

Y aun cuando Morena aventaja en las preferencias electorales rumbo a la elección de gobernador en 2027, lo que se pretende es no salpicar al partido por lo que el divorcio no es más que un intento de control de daños para que el visa-gate no se vuelva un trompo descontrolado en las urnas.

Así pues, el divorcio de Marina del Pilar está dando cuerda pa’ que el trompo no pare y se blinde a Morena, pero el visa-gate es un fantasma que no suelta ni es un asunto cerrado.