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La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, tendrá que enfrentar en un corto plazo, junto con el secretario de hacienda, la decisión de modificar la política fiscal y hacendaria con el objetivo de tratar de evitar que el déficit fiscal, que dejará la presente administración, sea un elemento que nos lleve a una crisis económica, que ya habíamos dejado en el pasado.

Sin duda que el total de la deuda que mantiene México, la cual rebasa por mucho el incremento anual económico, debe ser un foco de atención para hacer algunos ajustes en la forma en la cual se distribuyen los recursos públicos y como se captan inversiones privadas.

Porque el endeudamiento perjudica a las finanzas públicas y esto representa establecer recortes presupuestales en varias áreas, lo que representa una menor inversión pública para varios sectores y como consecuencia se reducen los niveles de producción y calidad de algunos servicios que ofrece el estado, como el educativo, salud, agua, seguridad pública y algunos otros.

Respecto a los servicios públicos, se hace necesario mantener márgenes importantes de inversión publica para cubrir las necesidades de la población y esto provoca incrementos en los costos y precios de estos servicios que a su vez son parte fundamental para que los precios de muchos productos también se incrementen, generando los altos niveles de inflación.

Para reducir estos niveles se deberá aplicar una política monetaria con base en incremento a la tasa de interés, lo que hace más caro el costo del dinero y de no crear riqueza esto se convierte en una vorágine que perjudica el fortalecimiento de las cadenas productivas ante la desaparición de muchas medianas y pequeñas empresas que en México general más de las dos terceras partes de los empleos formales.

En México, la deuda pública está creciendo alrededor del 50 por ciento tan solo en este año si se compara con el año anterior, dando como resultado un déficit fiscal de alrededor del 6 por ciento, mientras nuestra economía, el PIB, solo alcanzara un crecimiento de 1.5 por ciento.

Esto obliga a que nuestra economía, por lo menos deberá crecer en promedio anual del 6 por ciento, para poder cubrir el déficit fiscal

Aunque existe la posibilidad de ir reduciendo ese déficit fiscal, que para el 2025 se planea sea de 3 por ciento. Pero para ello se hace necesario realizar esos ajustes a los presupuestos lo que mantendría a nuestra economía en crecimientos bajos.

Pero esto podría compensarse con una mayor captación de inversión privada, que permita desarrollar crecimiento y riqueza, es decir el gobierno federal deberá permitir mayor participación de la iniciativa privada en varias áreas para alcanzar crecimientos mayores

El panorama no es fácil pero tampoco es difícil aplicar políticas públicas encaminadas a reducir el déficit fiscal y amentar la generación de riqueza, pero esto parte de la voluntad política del gobierno federal.