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Todo mundo anda estresado con el nuevo gobierno. Los anticharios poniendo el grito en el cielo con la cancelación del aeropuerto en Texcoco, con la reacción negativa de los mercados ante la amenaza de cancelar las comisiones que cobran los bancos, ante la militarización de la seguridad pública, ante el apoyo a los Ninis y a los adultos mayores, ante la amenaza de usar las reservas internacionales para el gasto del gobierno, ante la eliminación de los organismos autónomos y muchas otras cosas.

Mientras los chairos dicen que con el nuevo gobierno se acabará la corrupción, se hará eficiente el gasto público, con la mayoría en el Congreso se harán los verdaderos cambios estructurales que harán que los ricos paguen más y los pobres salgan de su pobreza y tengan salarios altos que garanticen su vivienda, educación para sus hijos hasta la universidad, así como esparcimiento y cultura para toda la familia.

Todos queremos el bien para nuestra dolida Patria, queremos todos que el gobierno trabaje para el logro del bien común, que es que tener el entorno necesario para el cabal desarrollo de nuestro ser. Es decir, tener las condiciones necesarias, económicas, políticas, de orden, estado de derecho, justicia y libertad, que provoquen el crecimiento de la inversión, empleo, y el desarrollo de las personas en sus anhelos de la vida.

Ante la gran división que tenemos en el país sobre lo que sucederá con el nuevo gobierno, quiero compartirles mis pensamientos al respecto.

Con un gobierno tan fuerte realmente puede haber una gran oportunidad para solucionar muchos de los problemas que nos aquejan desde hace demasiados años. Por un lado, es indispensable que empezando el 1º de diciembre el presidente López Obrador no solo mande un buen mensaje de toma de posesión, sino que envíe claras señales de que su gobierno cuidará la estabilidad económica y la disciplina financiera de México. Una señal indispensable que AMLO tiene que dar es que respetará la autonomía del Banco de México y dejará sus reservas internacionales para lo que son, para garantizar la estabilidad macroeconómica del país.

Existen grandes oportunidades de hacer, ahora sí, la reforma fiscal a profundidad que ha sido postergada, para que, de una vez por todas, todos paguemos impuestos; que los ricos no eludan sus responsabilidades fiscales, pero que tampoco las eludan los profesionistas y pequeños empresarios, artesanos, agricultores, etc. Es necesario acabar con la informalidad, generando esquemas justos para los microempresarios, como los de las cuotas fijas de Impuesto sobre la Renta que sean administradas por los fiscos estatales.

Es muy importante evitar la concentración de las responsabilidades del cobro de los impuestos en el gobierno federal. Debemos de dar espacios a los estados y municipios para que tengan la oportunidad y responsabilidad de cobrar sus impuestos, dando incentivos positivos y negativos para que lo hagan.

En relación con el desarrollo social, esperamos que AMLO entienda que la mejor política es la de generar las condiciones necesarias para que haya en el país mejor inversión para desarrollar empleos, que incluyan una administración delgada pero eficiente, eliminando trámites burocráticos y trabas de entrada para la apertura de negocios y para su mantenimiento y crecimiento, esto es mejor que otorgar dádivas.

Que en materia de seguridad, si se decide, como parece ser, establecer una policía militarizada central, a través de la Guardia Nacional, será necesario otorgar a sus elementos las mejores condiciones de vida para ellos y sus familias, con el mejor servicio médico disponible y las mejores condiciones de trabajo y de desarrollo de sus familias, a fin de evitar que caigan en actos de corrupción y colusión con el crimen. Pero también es necesario fortalecer a las policías preventivas municipales y estatales, ahora sí, haciendo los exámenes de confianza, teniendo a sus elementos en condiciones de trabajo similares a las de la Guardia Nacional.

Con labores de inteligencia a profundidad atacar al crimen en sus entrañas, pegándoles primeramente en sus flujos de efectivo y en la logística de sus operaciones, empezando de abajo hacia arriba, atacando al narcomenudeo.

En la educación, esperemos que aunque AMLO acabe con la reforma educativa, no se elimine la evaluación del desempeño del magisterio y ahora sí se desarrollen planes educativos que incidan en el desarrollo del ser, y no nada más en la retención de conocimientos, con la participación de las autoridades, magisterio y padres de familia, para crear una mente crítica y un carácter de autosuficiencia en los educandos.

Es necesario corregir los injustos sistemas de desarrollo de vivienda que esclavizan a los trabajadores de por vida.

Por último, el nuevo gobierno debe mantener fuerte a nuestras instituciones democráticas y comprender que el mexicano debe permanecer libre, viviendo una vida digna, que es lo que todos deseamos.