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Le resulta muy difícil al inquilino de Palacio Nacional dejar el poder y esto es algo que impide establecer estrategias que lleven a México a los avances económicos que puedan mejorar la calidad de vida de sus pobladores.

La incertidumbre que siembra cada mañana el inquilino de Palacio Nacional con su verborrea sobre que hará después de dejar el poder, mantiene estancada la posibilidad de establecer un plan estratégico para alcanzar lo antes posible una estabilidad económica-financiera que sea el punto de partida para empezar ha obtener los creciéndoos económicos de 5 o 6 por ciento de México.

Esto hace que existan dudas, razonables, del rumbo que tomara el nuevo régimen para otorgar certidumbre en cuanto al futuro no solo económico, sino también político, democrático e institucional del país.

La oportunidad de captar inversiones sigue abierta, principalmente por el fenómeno del nearshoring, sin embargo esto no puede activarse, porque los dueños de los recursos financieros están en espera de ver como se llevará a cabo la salida del tabasqueño del poder y cual podría ser su intervención desde fuera del mismo.

Es evidente que al originario de Macuspana, le es difícil dejar la vida de lujos que ha vivido en estos últimos años pero más difícil dejar esa oportunidad de ocupar a México y sus recursos económicos como cartera personal para realizar sus caprichos.

Y esto último sigue en espera de concluirse a través de las 20 reformas constitucionales que envió al Congreso de la Unión y que ha señalado que será “obligación” del próximo régimen llevarlas a su conclusión, es decir que sean aprobadas tal y como fueron pensadas por el tabasqueño sin modificar un punto o una coma.

Estas iniciativas están encaminadas a restaurar el régimen autoritario, que se vivió durante muchos años del siglo pasado, donde el poder se centro en una sola persona y no había alguno otro poder que se opusiera a las decisiones tomadas desde la presidencia de la republica.

Así de aprobarse las iniciativas presentadas por el tabasqueño por el Congreso de la Unión, estaremos viendo la desaparición de los órganos autónomos que permitieron durante muchos años dar mayor claridad al manejo de los recursos públicos.

También veremos que los recursos de los ahorros de los trabajadores podrán ser utilizados por el gobierno federal para financiar proyectos que no tengan la certeza de ser rentables y con ello los trabajadores podrían perder sus ahorros y no habría la posibilidad de reclamar porque la ley de amparo ya fue reformada y la nueva ley impide que se revierta cualquier decisión del gobierno federal.

La democracia que se pudo gozar durante esta primera cuarta parte del siglo, probablemente se restrinja y aun cuando existan ejercicios de elección, los resultados serán conocidos anticipadamente, creando con ello la “dictadura perfecta”.

Y lo más preocupante es que de aprobar los legisladores la reforma al Poder Judicial, esteremos viendo el término de una aplicación de la ley razonada para atenernos a una influenciada por las necesidades de un solo poder.

Estamos a menos de 100 días de que se realice la toma de protesta y posesión de la próxima administración y es tiempo justo para que Claudia Sheinbaum empiece a establecer un “sana” distancia con este régimen e inicie el plan para realizar el trabajo que será responsabilidad única de ella.

La primera presidenta del país, debe recordar que la certidumbre es el elemento principal de cualquier nación que quiera captar inversiones para su crecimiento y desarrollo de todas las áreas.