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Hace algunos días compartí con los lectores el escándalo por los ataques frecuentes del presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves contra algunos periodistas de esa nación, en medio de un ambiente enrarecido por la hostilidad ante la crítica o la opinión adversa o no complaciente, al grado de hacer necesaria la intervención de la Sala Constitucional costarricense, obligada a reconvenir al jefe de Estado por su embestida contra los medios y por consecuencia contra los fundamentos de una básica entre las libertades democráticas.
Obviamente en ese país, donde la civilidad ha campeado desde hace tantos años, resulta una peligrosa novedad. En México, al menos, no. Ya nos hemos acostumbrado a la imposible mezcla entre populismo y amplitud libertaria en cuanto a asuntos de información y libre expresión. En este gobierno hasta el New York Times es un pasquín. Y los medios nacionales libelos mefíticos a la orden de una oligarquía moralmente derrotada y etc., etc.
Sin embargo, los autoritarismos narcisistas, siempre buscan higienizar su aspecto y alquilan quien les lave la cara o al menos hable bien de ellos. A veces hasta obtienen distinciones académicas o de honorabilidad sospechosa, como sucede con el presidente de Costa Rica, según veremos más adelante.
En nuestro país vemos cotidianamente la cosecha del sembrador: la oficina de comunicación presidencial, la vocería, pues, les dicta (o les hace leer entre tartamudeos tarjetas para su lectura), preguntas para el señor presidente quien asume un teatralizado papel de sorpresa ante las agudezas de la cofradía del halago y responde casi siempre de manera sesgada.
Si le preguntan sobre las naranjas, termina hablando de las toronjas. Mejor dicho, de sus toronjas.
El caso es simple en el asunto de Don Rodrigo Chaves. Alguien le hizo creer en la importancia o significado de un membrete con birrete, llamado “Claustro Fiat Lux”. Y ya desde ahora, en medio del oficialismo de allá, se anuncia el mercantilismo de acá. Pedro antes de seguir una digresión del idioma.
Cuando una mujer pare, se dice, ha dado a luz. ¿Por qué?, porque el claustro materno, como se llama a la matriz o útero, no tiene luz. Por eso, y valga la segunda digresión, es una idiotez llamar de esa manera a la Universidad del Claustro de Sor Juana, cuando se debió haber llamado –en todo caso, por homenaje a la Décima Musa (otro error–, Universidad del Claustro del Convento de San Jerónimo, porque a la pobre poeta no le hubiera cabido una escuela en el útero. En fin, hasta el espacio cerrado y con frecuencia umbroso de los conventos, se llama claustro.
Pero estos señores, cuyos datos tomo de su propia página, son hábiles para la maniobra. Quien sabe si lo son para la obra.
“CLAUSTRO ACADÉMICO FIAT LUX
“Inscrito en el Registro Público de Personas Morales en el Folio Real Número 353504-1.
“Constitución de la Asociación Civil “Claustro Académico Fiat Lux”
Acta número 11,932 (Once mil novecientos treinta y dos). Volumen Número CLX (Centésimo Sexagésimo) de fecha 23 de junio de 2022.
“Registro ante La S.H.C.P. CAF220623MH1.
“Respaldo Académico del Centro Colimense de Investigaciones Educativas. Con clave de centro de trabajo: 06PSU0021T.
“Con RVOE:
“SE-038-2023 Licenciatura en Administración.
“SE-027-2023 Licenciatura en Comercio Internacional.
“SE-026-2023 Licenciatura en Derecho.
“SE-020-2010 Maestría para la Calidad Educativa.
“SE-030-2017 Doctorado en Educación”. Bueno. Bendito sea Dios.
El caso es muy simple.
Dentro de unos cuántos días, el 16 de este mes, en su primera incursión internacional, fuera de Colima, CAFL le otorgará un doctorado “honoris causa” (honor a quien honor merece, reza su invitación), a tan distinguido combatiente contra la prensa.
Esa ceremonia será en “La casa del cuño” (antigua aduana de San José) y ya se sabe de invitaciones repartidas entre los congresistas, los diplomáticos; periodistas de quien sabe cuántos países y todo cuando haga falta para ofrecerle al mundo, desde tan pequeño balcón y tan insignificante doctorado patito (o chompipe, si a guajolote llegara), el rostro feliz de un presidente a quien no le importan la acusación es de otros organismos de mayor significado, seriedad o importancia.
–¿Cuáles? Se lo cuento después, porque se acabó el espacio.