NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
El anuncio del acuerdo con la farmacéutica Astra Zeneca para adelantar la llegada de la vacuna contra el covid-19 a América Latina y México es una buena noticia, aunque no para prestarse a mirar hacia otro lado cuando el rey —la crisis sanitaria— todavía va desnuda. La pandemia se alarga y la curva no se aplana y mientras, el país cruza el medio millón de contagios y supera las 55,000 defunciones. Las cifras no dan lugar a caer en la resignación hasta recibir el tratamiento en 2021, pues los índices de riesgo de propagación del virus siguen siendo alarmantes. Hay muchísimas zonas en el país en las que el desconfinamiento es echar un cerillo en pasto seco para el contagio.
Todo lo contrario, no se puede dejar de ver que el covid-19 sigue su marcha constante en zonas de alto riesgo, aunque al Presidente le disguste, como a muchos otros políticos, la difusión de los parámetros de la tragedia mientras se alienta el desconfinamiento. A nadie conviene dejar de observar con atención la emergencia sanitaria como condición para exigir al gobierno y a los estados acciones más contundentes y tiros más certeros para graduar la contención en los sitios más vulnerables y desprotegidos por las fallas del actual esquema de semaforización para la apertura.
A cinco meses del confinamiento, el 23 de marzo pasado, es evidente que la señalización y los mapas de López-Gatell son tan imprecisos como pretender llegar al espacio con instrumentos de navegación de los transatlánticos de vapor. La noticia de la vacuna debe servir, en cambio, como fuente de indignación por las muertes que aún pueden de aquí a la primavera de 2021 si se identifican las zonas de alto riesgo donde aplicar pruebas masivas, reforzar las medidas de contención e iniciar la aplicación del tratamiento.
La Secretaría de Salud pospuso hacer cambios al semáforo covid, pero la apertura sigue su curso en el país con base en la misma metodología desde el pasado 14 de mayo. Los estados continúan solos y a ciegas por falta de pruebas y con indefiniciones porque aún no hay consenso con el gobierno sobre la forma de medir los riesgos en cada entidad. Éste fue el detonante de la confrontación de nueve gobernadores que el mes pasado pidieron cambiar la estrategia del manejo de la pandemia y la dimisión de López-Gatell. Ante la inconformidad de los opositores de la Alianza Federalista, pero también de gobernadores morenistas, la secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, llamó el pasado 6 de agosto a abrir una nueva etapa de colaboración y ofreció ajustes al semáforo porque la situación en cada entidad no es homogénea.
El llamado es clave porque el control del desconfinamiento no es más que retórico sin coordinación con los estados e información adecuada para que la política pública pueda ser eficaz.
El “foco rojo” del problema está en la propagación del virus con la reactivación de la economía, ya que más del 80% de los contagios y defunciones se acumulan en zonas de alto riesgo por factores como la concentración de actividades, hacinamiento o la falta de servicios de agua.
Según México Bigdata, si se relacionan las cifras de contagio oficiales de Salud con algunas variables, como el promedio de habitantes por vivienda y la tasa de letalidad, es probable que el número de infectados alcance 1.8 millones y las defunciones se aproximen a 200,000 personas. Las camas de los hospitales en lugares de alto riesgo no se saturan porque los contagiados fallecen antes de llegar al hospital y, por lo tanto, se pierde la dimensión de la tragedia.
Los esfuerzos deben concentrarse en zonas de mayor riesgo y la asistencia a los contagiados que no requieran hospitalización, no sólo con acciones sanitarias, sino también con ayudas sociales. La nueva semaforización podría, entonces, tratar de hacer un rompecabezas con 2,465 piezas de los municipios del país en vez de pintar un mapa de 32 colores, como ahora. El mejor tributo a las víctimas es el diálogo y la coordinación con los estados para salvar vidas en las zonas de mayor riesgo, aunque se vea luz al final del túnel con la vacuna. Queda por ver si en la reunión esta semana del Presidente con los gobernadores se impondrá la cooperación o la letal confrontación entre poderes.