NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
El “efecto llamada” en el aumento dramático de los cruces de inmigrantes mexicanos y de niños en la frontera con EU anticipa una crisis migratoria que pone a prueba las promesas humanitarias del gobierno de Biden y su reforma migratoria. La frontera no es segura, menos aún el paquete económico de 4,000 mdd que ofrece a Centroamérica para ir a la raíz de la migración. De otro lado, el presidente López Obrador urge liberar recursos para atajar el problema, mientras observa la formación de nuevas olas de migrantes connacionales como reflejo de la crisis económica en el país sin hacer nada para evitarlas, a diferencia de su rol en la frontera sur.
¿Qué ha cambiado en la frontera para la colaboración con México y Centroamérica? Los gobiernos de EU y la región discuten mecanismos para una migración “ordenada, segura y regular”. La vicepresidenta Kamala Harris conversó por teléfono esta semana con López Obrador sobre cooperación contra la trata de personas, así como los proyectos para reducir la violencia y pobreza que, junto con la corrupción, están detrás de la migración de Centroamérica. Pero poco se habla de medidas ante la oleada de migración mexicana, y menos aún del pico de detenciones de niños que viajan a EU.
Biden ha dado máxima prioridad a la frontera sur con el encargo de la gestión de la crisis a su vicepresidenta, pero al cabo de sus primeros 100 días su plan camina lento y descansa en cambios estructurales en Centroamérica, que remiten al largo plazo cuando la emergencia ya se ha declarado. Harris trata de tomar el control de la ola migratoria, que comienza a sobrepasar a su gobierno, como mostró la conmoción por la difusión del video de un niño nicaragüense de 10 años abandonado en un desierto de Texas.
Esas imágenes desafían el discurso de asistencia humanitaria de Biden y vuelven a polarizar el debate en EU sobre su giro de 180 grados respecto a la política antiinmigración de Trump. El mes pasado llegaron a la frontera 171 mil migrantes, el mayor registro desde 2006, y casi 10% de ellos son niños, lo que muestra en los hechos la lejanía del objetivo de una migración “ordena y segura”. La perspectiva de los próximos meses crea un escenario difícil de adecuar al discurso de colaboración porque puede sobrepasar la capacidad de la red de refugios y asistencia migratoria de por sí debilitadas durante el gobierno de Trump. En abril se esperan hasta 22,000 niños y el número seguirá en aumento el mes siguiente, hasta niveles de 25,000 menores en la frontera.
Pero el desafío en la cooperación con México no acaba con el trasiego de esos menores por su territorio y las crecientes denuncias de abusos contra migrantes. El “efecto llamada” que produjo desde la campaña la promesa de destruir los “muros” de Trump y la atracción por el astronómico rescate de la economía estadunidense (1.9 billones de USD), han tenido un impacto significativo en la migración mexicana. En el primer trimestre de 2021 alcanzó cifras récord, con un aumento de 125% de connacionales detenidos, sin conocerse la postura del gobierno mexicano frente a la problemática y, peor aún, verse como una válvula de escape a la crisis económica interna que no tiene intención de cerrar.
México ha mantenido la política de contención en la frontera sur, como reconoció Harris en la llamada con López Obrador, pero la cuestión es si también estará dispuesto a aplicar a la Guardia Nacional con los connacionales en el norte. EU cuida la relación con México para que siga parando a los centroamericanos sin abrir la discusión sobre la oleada de mexicanos ni los crecientes abusos contra los migrantes.
El asesinato de la migrante salvadoreña Victoria Salazar por la brutalidad policiaca en Quintana Roo ha puesto rostro a los abusos que sufren los migrantes en México, pero el hecho es que las violaciones a derechos humanos contra ellos crecieron 80% en 2020, según datos de la CNDH. Los migrantes huyen de la violencia en Centroamérica para encontrarla, paradójicamente, en México y en la frontera con EU, como una demostración clara de lo lejos que está el objetivo de migración “ordenada y segura” del plan Biden, que hasta ahora es sólo enunciados de papel.