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Haciendo un recorrido rápido de los cambios de regímenes políticos que México ha tenido después de la Revolución Mexicana, podemos decir que después del PRI hegemónico durante el Siglo XX, tuvimos dos gobiernos panistas y el regreso del PRI del 2012 al 2018.

Los ciudadanos mexicanos que adquirieron la mayoría de edad durante el Siglo XXI no tuvieron prácticamente noción alguna vivencial y poca noción histórica de lo que fue el régimen priista del Siglo XX, lo único que oyeron y vivieron fueron los gobiernos del Siglo XXI que a través de una retórica muy bien desarrollada de López Obrador, no sin ciertos fundamentos fácticos, desarrolló la noción del “PRIAN”, como si el PRI y el PAN hubieran sido lo mismo, y hubieran sido los culpables de la pobreza y corrupción en México, olvidándose prácticamente de la existencia del PRI del Siglo XX, salvo los gobiernos de Salinas de Gortari y Zedillo, que calificó como los más funestos ejemplares del “mal” que trajo a México el llamado neoliberalismo.

Este discurso político de AMLO le dio grandes dividendos políticos y electorales en el 2018, al grado que Morena y sus aliados, se levantaron con una gran mayoría en el Congreso de la Unión que les permitió hacer reformas constitucionales y cambios legislativos con la intención de “amarrar” un nuevo régimen que me niego a mencionar por su nombre para no hacerles el caldo más gordo.

En 2018 muchos candidatos de Morena a legisladores se alzaron con el triunfo después de hacer poco proselitismo electoral en sus estados y distritos, por el simple efecto AMLO, que se erigió como una especie de mesías salvador de México.

Poco tiempo ha durado el gran deterioro político del pretendido nuevo régimen comandado por AMLO, derivado de los serios errores en la implementación de políticas públicas que han deteriorado a la economía y a las instituciones democráticas que tanto trabajo les ha costado a los ciudadanos implantar para evitar el regreso de un régimen hegemónico como el que tuvo el PRI en el Siglo XX.

Pero ahora, en plena crisis global por el Covid-19, se ha hecho más patente que nunca la irracionalidad del presidente para dictar las medidas adecuadas para que nuestra economía no sufra un colapso total como el que se avecina, generándose una clara caída por la aceptación popular del presidente que se refleja en un colapso mayúsculo por las preferencias electorales de Morena para la renovación de la Cámara de Diputados, una gran cantidad de gubernaturas y congresos locales y múltiples ayuntamientos.

Por lo anterior, existe la gran oportunidad de verdaderamente hacer un cambio de régimen en el país que haga que regrese la vida institucional, el Estado de Derecho y la caída de un gobierno de un solo hombre por el retorno de la democracia.

Pero ello no sucederá con previas convulsiones graves que serán generadas por una gran crisis de salud y económica que provocará reacciones de ingobernabilidad, por lo que debemos de estar en acción política ciudadana para no crear vacíos de poder que nos lleven al caos, y lograr el triunfo de candidatos que no sean de Morena en las elecciones del 2021, para luego irnos por la revocación del mandato del presidente en el 2022.

Por desgracia, los mexicanos sufriremos y más los pobres, pero esta crisis vendrá “como anillo al dedo” para el retorno de la democracia sana a México y para elegir liderazgos comprometidos con el bien común y no con gobiernos tiránicos de un solo hombre, con ideologías populistas y falsos socialismos.
Pero, debemos de evitar al máximo que no le vaya a venir a AMLO esta crisis “como anillo al dedo”, para aprovecharse y radicalizarse en quitarnos libertades y convertirse en un claro dictador para su pretendido cambio en México que nos hunda en el mal común.

Por eso debemos ahora desnudar al presidente en su verdadera dimensión de falso redentor. Esta crisis nos hadado la oportunidad para cambiar al régimen.