Puede que camine despacio y ya no acepte muchas entrevistas, pero cuando se sube al escenario, casi siempre ataviada con sus largas túnicas y sus turbantes coloridos, Omara Portuondo se transforma, se llena de energía y su prístina voz llega inconfundible, melodiosa para poner a bailar a quien la escuche.
Con 92 años, la diva cubana avanza en una gira mundial de despedida. No suele dar declaraciones, pero se acercó lentamente acompañada por su hijo y se sentó en un sillón de mimbre junto a él mientras lo escuchaba hablar con Ap.
Siempre “hizo cosas novedosas, aquí y en el mundo entero, es una artista que no se encasilla solamente en su línea de confort”, dijo Ariel Jiménez Portuondo, el hijo y representante de la artista.
Jiménez destacó la facilidad de Portuondo para darle paso a la juventud con la que borra la diferencia de años. Como ejemplo, participó en un atrevido video de Cimafunk y ha compartido escenario con Ethiel Failde, nuevo impulsor del danzón.
“Vamos a decirle a Bad Bunny que haga un bolero con Omara”, exclamó Jiménez entre sonrisas para luego enfatizar con toda seriedad: “Si te animas, lo hacemos”, afirmó mirando a la cámara con el dedo en alto e imaginando cómo se lo diría al astro puertorriqueño.
Nacida en La Habana el 29 de octubre de 1930, Portuondo es hija de una mujer blanca de ascendencia española y un jugador de béisbol negro descendiente de esclavos, y aunque fue criada en un hogar, según contó alguna vez, sin prejuicios raciales, los enfrentó intensamente a lo largo de su vida, sobre todo a mediados del siglo pasado cuando vivió en Estados Unidos.
Comenzó trabajando de bailarina en el conocido cabaret Tropicana, pero pronto ella y su hermana Haydee se sumaron como cantantes a los músicos creadores del filin, un vocablo adaptado de la palabra inglesa feeling (sentimiento), y que designó a una corriente musical cubana de los años cuarenta, una mezcla de jazz y bossa nova, entre otros géneros, pero tocados al estilo isleño. César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez y el pianista Frank Emilio Flynn, fueron sus mentores.
De allí en adelante Portuondo no vio límites, aunque su estrella decayó paulatinamente. Cuando parecía que su jubilación era inevitable, en 1997 salió a la luz Buena Vista Social Club, un proyecto producido por el estadunidense Ry Cooder que relanzó a la fama mundial a unos ya septuagenarios artistas cubanos, entre ellos a Portuondo, quien hace una versión indeleble de Veinte años en el álbum.
Jiménez hizo un recuento de la labor de Portuondo a pesar de la pandemia de covid-19 y el recorrido sonó enorme para alguien que ya pasó los 90.
En 2020 lanzó en formato digital Mariposas, un álbum de 10 temas del cantautor Jesse Suárez, con la disquera Bis Music, que fue nominado al Latin Grammy.
Un año después apoyó desde sus redes sociales el estreno del documental Omara, del director cubano estadunidense Hugo Pérez, cuyo estreno mundial se realizó en el festival DOC NYC de Nueva York.
A mediados de 2022 la cantante comenzó su gira mundial de despedida que la ha llevado a España y Noruega, entre otros lugares. En la víspera de su cumpleaños, en octubre, Portuondo estuvo en el Carnegie Hall de Nueva York junto a la mexicana Natalia Lafourcade y el uruguayo Jorge Drexler.
Tras una pausa irá a Japón en marzo próximo y su oficina trabaja para concretar algunos conciertos en Estados Unidos.
Portuondo espera lanzar pronto el disco Vida. El álbum cuenta con 12 temas producidos por la guatemalteca Gaby Moreno, y en él también participan el astro español Raphael, la peruana Susana Baca, el salsero panameño Rubén Blades, la estadunidense Dionne Warwick y el puertorriqueño Andy Montañez, entre otros.
“El disco está terminado, pero por problemas contractuales no se ha distribuido” todavía, indicó Jiménez. “Fue algo de amigos, se grabó en la sala de mi casa”.
En ese álbum vendrán temas ya conocidos como Gracias a la vida, La cigarra, Silencio y Lo que me queda por vivir.
Al final de la conversación, Portuondo sucumbió a la tentación de responder cuando se le preguntó qué le daba tanta energía cuando subía al escenario: “El público”, aseguró con los ojos chispeantes.
Texto: PERIÓDICO LA JORNADA