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Competencias sanas en mentes sanas, obviamente que terminaban en algarabía y festejo. Todos ganábamos. ¿Había caras tristes? ¡por supuesto! Pero nos reponíamos si no nos favorecía el resultado que esperábamos.

Éramos niños y en esa etapa de la vida de todo ser humano, solo se debe disfrutar cada momento y aprender, siempre aprender, porque en la buena enseñanza está la clave para el comportamiento en la vida de cada persona.

Civismo en el centro escolar, valores en el hogar, un gran binomio.

Cuando observo el comportamiento de Andrés Manuel López Obrador, me pregunto si aprendió algo en la escuela y si en su casa lo educaron con principios. Quizás la respuesta sea afirmativa, sin embargo, su forma de actuar deja mucho qué hablar.

El señor, está olvidando algo muy importante, que ya no está en las calles en calidad de agitador social; tampoco está como candidato a un cargo. Es ya el Presidente de México y por lo tanto debe gobernar para todos los mexicanos, hayan o no votado por él.

Nunca se había visto algo como lo que hoy estamos viendo: utilizar la máxima tribuna para denostar a quien no piensa o no está de acuerdo con el actuar del Presidente.

Y cómo se debería aplaudir desde que llegó al poder no ha hecho otra cosa que insultar, humillar, desacreditar instituciones y personas. No conforme, en su locura de poder, va contra los medios de comunicación. La emprende contra destacados historiadores, escritores, periodistas, en su afán de desprestigiarlos. Como si fuera, un individuo, extranjero a quien México le dio acogida, sale a pedirle a Enrique Krauze y a Héctor Aguilar Camín que se vayan del país. ¿Quién es Paco Ignacio Taibo ll para lanzar tal advertencia? ¿o es una amenaza? Para mí, que es una de tantas “crudas” que le producen por emborracharse en las pulquerías de la Ciudad de México y que sea normal de su actuar.

¿Quién debería salir del país?

Al inicio de su mandato López Obrador arremetió contra empresarios, no los apoyó durante la pandemia, como no ha apoyado a nadie. Solo a sí mismo para satisfacer sus caprichos a costa del dolor de los mexicanos.

¿Cuántos niños con cáncer se quedaron sin recibir su tratamiento?
¿Cuántos pacientes, hombres y mujeres con enfermedades crónicas se quedaron esperando tratamiento? ¿Cuántos mexicanos pudieron haberse salvado durante la pandemia si se hubiera equipado los hospitales? ¿Por qué no se dotó al personal de salud con equipo e insumos que se requerían?

Simplemente ¿Cuándo se le vio preocuparse por la situación que se estaba viviendo? Por el contrario, divertido expresó que la pandemia le venía “como anillo al dedo”. ¡Qué descaro! Cuando en los hospitales se jugaban la vida el personal de salud, atendiendo a pacientes que llegaban contagiados con Covid-19, el Presidente aceleraba sus obras.

Había que gastar el dinero que había de fideicomisos, quitó el seguro popular dejando a los niños con cáncer sin su tratamiento. Nunca se le vio solidario, preocupado por la niñez; y eso que él es padre. ¡Qué decepción tan grande! Un individuo así no merece gobernar un país como el nuestro.

Se ignoró la advertencia que la Organización Mundial de la Salud hizo a todos los países, México incluido, de que llegaría un virus considerado mortal.

Los fantasmas del pasado revolotean en la mente de quien un día sí y otro también, culpa a regímenes anteriores de su propio fracaso. El caso Lozoya, por ejemplo, como por arte de magia se esfumó tan pronto apareció el video mostrando a Pío López, hermano del presidente recibiendo dinero al parecer para la campaña presidencial. No se ha vuelto a hablar del asunto.

Salen por ahí otros datos que empañan la figura del presiente; corruptelas en la familia; cargos, dinero, propiedades, nadie aclara. Funcionarios del gobierno señalados también por corruptelas y siguen ahí.

¿Cómo creer en alguien que gobierna con soberbia y con mentiras? Y no solo eso, sino que utiliza el poder para provocar enfrentamientos y alimentar odios entre los mexicanos.

Es verdaderamente insólito e inaceptable. El presidente no ha entendido que fue elegido para gobernar un país no para andar de peleonero, aunque su esencia sea esa, la de agitador. Y que le quede claro que como presidente debe gobernar para todos los mexicanos, no para la gente de su partido. Y si no quiere hacerlo que lo diga porque México requiere de un buen líder, no un “porro o agitador”.