México ha estado condenado al fracaso porque en el momento en que tenemos una plataforma lo suficientemente consistente para el crecimiento, con la consecuente mejoría en el nivel de vida de los mexicanos, hacemos lo necesario para fracasar y tener una regresión de cuando menos 30 años.
Así pasó en la época del porfiriato, cuando después de haber tenido más de 30 años de paz social, se vino la destrucción del país con el movimiento revolucionario.
Se nos ha vendido una historia épica de la necesidad que hubo de haber realizado la revolución mexicana, para resolver las desigualdades existentes en el país, pero lo que realmente aconteció fue una serie de levantamientos para aprovecharse del poder político que quedó a la deriva en México ante la renuncia de Porfirio Díaz a la presidencia de la República,
El resultado de todo esto fue la destrucción de la infraestructura del país, la pérdida de alrededor de 1 millón de personas y la constitución de una nueva dictadura, ahora integrada por la llamada familia revolucionaria.
Después de una larga trayectoria de construcción institucional y reconstrucción del país realizada poco a poco, por los gobiernos del PRI. Su sistema perdió impulso económico y político, ante el advenimiento de la economía globalizada en un entorno neoliberal.
De esa manera el PRI, presionado por la geopolítica y la fuerte oposición generada principalmente por el Partido Acción Nacional y la dispersa izquierda, poco a poco se fue abriendo hacia la democracia, hasta perder la mayoría en la Cámara de Diputados, en 1997 y la presidencia de la República, en el año 2000, con Vicente Fox Quezada del PAN.
Después de dos sexenios de intentos con pocos resultados para consolidar un sistema institucional que garantizara el pleno ejercicio de la democracia y con la consolidación de las instituciones nos implusáramos hacia el desarrollo económico, finalmente, en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, del PRI, se lograron los consensos que se le habían negado al PAN en sus dos gobiernos anteriores para el establecimiento de las llamadas reformas estructurales, que básicamente consistieron en lo siguiente:
- Una reforma constitucional en las telecomunicaciones que garantizó la libre expresión y el acceso libre de monopolios a los diversos medios de comunicación, bajando drásticamente los precios de las tarifas que afectaban grandemente a los consumidores.
- El establecimiento de una reforma energética de apertura a la inversión privada en la explotación de hidrocarburos, con bajísimos costos para el Estado mexicano, generándole enormes recursos potenciales con prácticamente cero costos, abriendo la distribución y almacenaje de hidrocarburos a la libre competencia, así como la apertura de la generación de energía eléctrica tradicional y sustentable, guardando el monopolio de la transmisión y distribución al Estado mexicano.
- El establecimiento de un sistema completo de transparencia y acceso a la información pública y protección de datos personales, con un sistema nacional anticorrupción bien estructurado.
- Una reforma financiera cabal, que habría la posibilidad de tener un sistema financiero más justo y abierto para bien de los consumidores de la banca.
- Un sistema procedimental penal, rompiendo el paradigma inquisitorial y abriendo el sistema adversarial que garantiza el cumplimiento de los derechos humanos.
- La continuación del mejoramiento del sistema electoral, para generar una mayor apertura para las elecciones libres en el país.
Sin embargo, ante la corrupción que imperó en el gobierno de Peña Nieto, el eterno candidato López Obrador desarrolló una narrativa populista que cayó en terreno fértil desde el punto de vista político, ganando las elecciones y dominando el Congreso. Pero con ello destruyó todas las reformas estructurales, militarizó al país, otorgando el control de fronteras, puertos y la seguridad pública a la milicia, para consolidar un sistema dictatorial absoluto, destruyendo la independencia del Poder Judicial y a los organismos autónomos, que garantizaban muchos de los logros institucionales antes enunciados.
Y ahora se prepara el gobierno de Claudia Sheinbaum para dar la última estocada y destruir al sistema electoral por completo.
Todo lo anterior nos llevará a una gran crisis económica que generará pobreza, control absoluto con el ejército de cualquier levantamiento popular, y echándonos otros 30 años atrás para seguir con el ciclo económico regresivo que ha padecido México de forma continua.