Al inicio de esta semana nos encontramos con otra sorpresa que nos presenta el presidente López Obrador. En un acto popular en el área de la Laguna, en donde toma una decisión de cancelar un gran proyecto de transporte colectivo masivo tipo Metrobus, que beneficiarían a toda la zona, a través de una pregunta hecha al público presente al botepronto, en un acto típico del Presidente, de si querían que se cancelara el proyecto de Metrobus o que siguiera adelante, obtenido como respuesta a mano alzada un rotundo no.
Parece ser que los asistentes presentes fueron acarreados de otras partes del área auspiciados por los líderes del transporte público de la Laguna, propietarios de las típicas ruteras, pertenecientes a las organizaciones sindicales que manejan el monopolio de los transportes en muchos municipios de nuestro país que prestan un caro y pésimo servicio público de transporte, con unidades incómodas, viejas y contaminantes.
Uno se pregunta, ¿cómo es posible que el pueblo sabio no desee tener un sistema de transporte colectivo moderno y eficiente que recorte grandemente los tiempos de traslado de los trabajadores a sus centros de labor y a sus hogares?
Claro, esto sucede cuando existe la manipulación del público presente en un acto masivo.
Obviamente, que las voces de rechazo a esta cancelación de por demás absurda, han surgido como reguero de pólvora. Tanto los gobernadores de Coahuila como de Durango, opositores al partido de Morena, así como los alcaldes que conforman la zona Lagunera, han sido fuertes y contundentes críticos de esta decisión intempestiva.
Para pronto, el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, según informaron los diarios, de inmediato canceló un crédito ya otorgado para la construcción del proyecto de Metrobus.
Al respecto, nos preguntamos si ¿es eficiente tener un gobierno que de pronto cancele un proyecto que ha llevado años diseñar y desarrollarse para beneficiar a una población muy pujante como la existente en zona Lagunera? Inclusive, nos preguntamos si ¿es legal llevar a cabo una resolución de esa naturaleza sin ninguna motivación y fundamentación?
No dudaría que, como ha sucedido en los proyectos de Santa Lucía y de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, vayan a haber sendos amparos para obligar al gobierno a proceder con el proyecto de transporte masivo, ya que no hay justificación legal ni técnica alguna para su cancelación.
Respecto de estos extraños comportamientos que nuestro presidente tiene de tomar como pretexto supuestas decisiones del “pueblo sabio”, se ha escrito por Oscar Aguilar Ascencio (http://energiahoy.com/2019/06) en el portal de Energía Hoy, un artículo estupendo sobre la “realidad paralela que vive el presidente” que lo mueve dentro de una dimensión diferente al resto de los mortales, explicando claramente esa forma extraña que tiene AMLO para actuar como nuestro primer mandatario.
Este autor señala que “El Presidente gobierna con una racionalidad distinta a la de gobiernos anteriores…La razón es que la nueva administración tiene un “software” que responde a una visión alternativa de gobierno: lo mueven aspectos ideológicos, no las coordenadas con que los inversionistas procesan los programas, planes, decisiones y acciones de gobierno: eficacia, rentabilidad y visión de largo plazo.”
Al respecto, uno se preguntaría, ¿qué aspecto ideológico puede haber motivado a AMLO el armar este circo de “decisión popular” para cancelar una obra avanzada y benéfica para la comunidad?. Yo me atrevería a especular, que porque no es una obra ideada por AMLO, sino que fue concebida por el régimen neoliberal. Algo parecido, digamos, a la cancelación del aeropuerto de Texcoco. También hay que tomar en cuenta, como lo menciona Oscar Aguilar que “el objetivo político del proyecto del Presidente es tener una sólida y amplia clientela electoral que le garantice legitimidad (apoyo político) y continuidad de su gobierno).”
Por lo anterior, es probable que otra motivación de AMLO de realizar este acto, fue el congraciarse con un gremio que se ha caracterizado por apoyar movimientos políticos utilizando las grandes capacidades logísticas de movilización.
Es por todo ello por lo que debemos de reflexionar que para tener una eficaz oposición a esta forma de operar políticamente por parte de nuestro presidente, es mejor concentrarse en los efectos que provocan sus conductas, y no en el causante de las mismas, ya que debemos de aprender que los ataques directos a López Obrador lo único que hacen es fortalecerlo, puesto que tiene un grandísimo apoyo popular, que mantiene a la gente enfocada en la protección de su caudillo y no en los efectos de sus conductas.
Por esto, las críticas a este régimen deben concentrarse en el mismo sistema, criticando a los que ejecutan las políticas públicas dictadas por AMLO, ya que sus funcionarios son vulnerables a los efectos negativos de las acciones de AMLO que vive su propia realidad.