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Continuando con nuestro breve recorrido histórico, en la última entrega vimos lo que le pudiéramos llamar la Sexta Transformación (siendo la Primera, la época del Virreinato mexicano, la Segunda la Independencia, la Tercera el Porfiriato, la Cuarta la Revolución, la Quinta la pacificación y ordenamiento del país con el PRI y la Sexta, el advenimiento de la Democracia Electoral en México), con los gobiernos del PAN con Vicente Fox y Felipe Calderón y luego con la alternancia del PRI, con Peña Nieto.

Considero que lo que debió de haber sido, es la consolidación de esta Sexta Transformación, pero la misma quedó trunca y endeble. Aunque al inicio del Siglo XXI, con la caída del PRI a nivel federal, indudablemente, la transformación del país se dio, pero Fox titubeó en destruir su sistema de control político.

Aunado a lo anterior. Fox cedió el poder del manejo de las finanzas públicas a lo que le han llamado la “Nomenclatura”, que ahora AMLO le llama la “Mafia del Poder”, que son los oligarcas de México, que han mantenido su poder y privilegios económicos a través de concesiones especiales del gobierno y protección a sus monopolios, a pesar de la apertura económica de Salinas, que hizo al país competitivo en sus exportaciones pero lo mantuvo inmerso en la pobreza en su interior, con la manutención de impedimentos de entrada a las inversiones que se enfocan en la economía interior, teniendo como resultado el bajo crecimiento económico y salarios paupérrimos.

Todo esto le fue dando gran fuerza política al entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador, con su narrativa perfecta para ir generando el resentimiento de las masas que se mantuvieron en la pobreza y poco a poco se fue ganando a la clase media, con su gran influencia mediática y trabajo en las bases del pueblo.

Asimismo, con la narrativa generada por AMLO de colusión entre el PRI y el PAN para conformar al PRIAN, generó la visión de que ellos son los “conservadores que son de la Mafia del Poder” que atenta en contra del bienestar del pueblo para el beneficio de sus propios de intereses, en contra de AMLO que representa a los pobres y a la izquierda liberal, ganando con márgenes inusitados la Presidencia de la República a través de un auténtico y limpio proceso democrático.

Desde su triunfo electoral, AMLO empezó a gobernar, aun antes de tomar posesión, Peña Nieto, literalmente se hizo a un lado, y le dio cancha libre al entonces presidente electo para dictar políticas públicas, a partir de que el nuevo Congreso con mayoría de MORENA, tomó posesión el 1º de septiembre de 2018, promoviendo la famosa Ley de Austeridad Republicana y cancelando el NAIM.

Desde su toma de posesión, AMLO se ha dedicado en concentrar su poder, desdeñando y criticando a los Órganos Autónomos que fueron creados para acotar el presidencialismo de México y para darle a la sociedad civil mayor participación. Al efecto, AMLO se ha esmerado en destruir la capacidad operativa de muchos entes de gobierno, destacando el Banco de México, los de control de hidrocarburos y del mercado de energéticos, al bajar severamente los salarios de altos funcionarios con capacidades técnicas, presionándolos a su retiro.

También AMLO ha inducido un cambio radical en el presupuesto dirigiéndolo a la entrega directa de apoyos económicos a clientelas políticas, haciendo a un lado a la sociedad civil organizada, con la eliminación de subsidios a estancias infantiles y a las ONGs dedicadas a defensa de derechos humanos y generación de participación ciudadana.

Con el nuevo régimen, AMLO pretende regresar a una nueva hegemonía, no de un partido, sino de un solo hombre, con la visión de porque “él es bueno, sano y honrado, que ama a México más que nadie”, el país se va a componer sin democracia, bajo la dirección de un hombre “iluminado” que llevará a México a la prosperidad.

Los mexicanos tenemos que tomar ahora una firme determinación, puesto que estamos en la mejor oportunidad de acabar con el dominio oligárquico de nuestro país, pero tenemos la amenaza de entrar en el dominio de un solo hombre con ideas mesiánicas, con falta de pericia técnica, carente de habilidades económicas y administrativas, pero con un afán de control político absoluto.

Utilicemos al máximo la oportunidad que nos da la democracia. Tenemos en el 2021 el reto de ponerle al gobierno el balance que requiere, despojándole su hegemonía con una Cámara de Diputados en manos de la oposición, como lo que ha pasado en Estados Unidos con Trump. Con eso, aprovechando el liderazgo innegable de AMLO, podemos atemperarlo en sus impulsos para crear en definitiva en el país una auténtica República democrática, con órganos del Estado fuertes que nos generen bien común.