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elcristalazo.com

A pocas horas de confirmarse lo ya sabido, la selección vertical de Claudia Sheinbaum como coordinadora de los (imaginarios) Comités de Defensa de la (también imaginaria) Cuarta Transformación, ya habrán quedado claros los bloques en disputa por el poder nacional para los próximos años.

Esa circunstancia denominada por los especialistas como “visión o proyecto de país”, nada más certificará el principal legado del infecundo lopezobradorismo: la polarización nacional.

No se trata nada más de dos bloques de partidos arracimados en sendas coaliciones en un proceso electoral regular y normal; se discute ahora –y pronto se elegirá, aun cuando muchos no lo sepan–, sobre dos formas del ejercicio del poder y por consecuencia dos posibles destinos para el país: la perpetuación de un modelo de concentración a través de dádivas e hipnosis mediática o la posibilidad (por ahora una mera posibilidad), de superar mitos, leyendas y personalismos para incorporar este país a la modernidad internacional y saltar (no aprovechar) la crónica circunstancia de atraso y subdesarrollo.

Una, la del Frente Amplio por México, con anhelos (al menos) de republicanismo democrático, y la otra, el morenismo continuista con órdenes precisas de seguimiento, como corresponde a toda doctrina derivada de la personalidad de un líder oscilante entre el mesianismo rencoroso y el populismo clientelar.

A esos polos nos ha empujado el presidente en su muy peculiar variante de la “lucha de clases”: arriba los de abajo… es su más reciente versión de la prioridad de los pobres, por el bien de todos.

Pero el problema de los líderes, mesiánicos, es la facilidad como la historia los borra. Hoy resulta muy difícil hallar en China un maoísta químicamente puro. Sin Mao, no sobrevivió nada de esa doctrina. La Revolución Cultural fue un simple slogan en cuyo nombre murieron millones de personas. Pero aun así la historia siguió su marcha.

Tal como los vientos del revisionismo acabaron con el estalinismo. Muertos ellos se acabaron sus doctrinas.

Quedaron únicamente como piezas de biblioteca.

LOS AMIGOS

“…Y, además, se da una situación especial: nos ha estado ayudando mucho Javier May, que está aquí como director de Fonatur.

“A Javier lo conozco desde hace muchos años, es un hombre con principios, con ideales, lo conozco desde hace pues más de 20 años, como 30, cuando empezamos a luchar, trabajando con la gente allá en Tabasco. Es mi paisano, él es de Comalcalco, Tabasco… va a renunciar.

“… Él ha actuado en la oposición, siempre leal al pueblo y también a nuestro movimiento. Dos veces presidente municipal de Comalcalco… aun en circunstancias difíciles, senador de la República, con muchísima votación, es senador con licencia. Y le pedí, porque es un hombre de trabajo, honrado y con convicciones, que me ayudara para hacer realidad lo del Tren Maya, que no es poca cosa, en cinco años, en menos, terminar una obra así…”

Pues ni la terminó, ni la comenzó, porque antes estaba Rogelio Jiménez Pons, director de Fonatur.

“…Pero sí quiero agradecerle por todo su apoyo. Y ahora va a hacerse cargo el general Águila, general Óscar David Lozano Águila, va a ser el director general de la empresa de participación estatal mayoritaria Tren Maya.”

Y así, las ambiciones personales por encima del cumplimiento de las responsabilidades públicas. Para eso son los amigos, ¿no, mi mai… (con i)?