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El alejamiento parece insoluble.

Sobre todo porque, cuando vio venir la inconformidad y las protestas de Marcelo Ebrard y su equipo, el Presidente agitó banderitas de paz.

Dos, para ser preciso.

Le ofreció la representación de México ante la ONU como paso previo al primer lugar plurinominal al Senado.

Y tal vez, tema no abordado y menos deseado, la candidatura sustituta en caso de enfermedad o alguna inconveniencia de Claudia Sheinbaum.

Hoy esa posición de privilegio la tiene Adán Augusto López, mientras el excanciller repite la ruta de su mentor Manuel Camacho.

Ebrard no estaba, y al parecer tampoco lo está hoy, para concesiones tras un proceso cuyas anomalías, cargada oficial y uso de recursos públicos ha documentado.

Por eso ha pedido al partido de Estado, a través de la inútil Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, la restitución del proceso y amenaza con llevarlo ante el Tribunal Electoral de Reyes Rodríguez Mondragón.

El escenario era ideal:

Desde hace tiempo el embajador Juan Ramón de la Fuente anunció su deseo de abandonar el cargo en Nueva York porque, en comentario de cercanos, ya no se siente representante de este gobierno.

PÉRDIDA DE CONFIANZAS

Aquí lo señalamos ayer:

Primero Juan Ramón de la Fuente declinó la Cancillería y hace dos semanas volvió a México para participar en el proceso sucesorio de la UNAM al amparo de su cátedra de tiempo completo.

Al saberlo, llamaron a Palacio Nacional a Marcelo Ebrard, en víspera de anunciarse oficialmente la designación de Claudia Sheinbaum como segura abanderada –dedazo disfrazado con encuestas inducidas-, donde le ofrecieron alternativas.

Es decir, ahí le confirmaron de antemano la decisión presidencial y también le tendieron un puente dorado de salida: suplir a De la Fuente y regresarlo en agosto de 2024 para darle el liderazgo morenista en el Senado.

No se resignó porque, él lo sabe, no habría garantía de respeto a la palabra en una política de úsese y tírese y menos cuando está tan confrontado con quien dan como segura sucesora de su histórico jefe político.

Hoy, cuando empieza a trabajar por una sociedad civil denominada El camino de México, Ebrard ha confirmado la pérdida de confianza de su antiguo carnal.

Pero vale aclararlo: hay desconfianza mutua a estas alturas.

PUEBLA Y DOÑA CHAYITO

1.- En Puebla ha brincado una mujer para la gubernatura por el partido de Estado.

Es Doña Chayito, como se conoce a María del Rosario Orozco Caballero, la viuda del finado gobernador Miguel Barbosa.

La señora, según su dicho, leyó la convocatoria y concluyó: soy militante, cumplo todos los requisitos y tengo posibilidades de ganar.

Competiría con dos prospectos de primera línea, el presidente senatorial Alejandro Armenta, el operador de Claudia Sheinbaum en el estado, Julio Huerta, y quien está a la zaga de las encuestas, Ignacio Mier.

Y 2.- El Tribunal Electoral de Reyes Rodríguez Mondragón ha restituido el Estado de Derecho sobre un tema crucial.

Dio la razón al presidente de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, en su diferendo con la senadora y dirigente morenista Citlalli Hernández.

La criticó, mantuvo sus críticas contra la recomendación del INE y quedó claro: no hubo violencia política de género y obliga al Instituto de Guadalupe Taddei a ser buen juez electoral.