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En 2011 se especulaba sobre el candidato priista en el Estado de México.

El natural era el exalcalde de Ecatepec Eruviel Ávila, pero había baile de nombres y de aspirantes para satisfacción de sus respectivos simpatizantes.

El gobernador saliente Enrique Peña dejó correr el juego y, en reunión privada cuando se avecinaba su decisión, le preguntaron quién sería el escogido.

¿Fulano?

¿Acaso zutano?

Peña dejó desfilar a los adivinadores y soltó:

-¿Y qué les parecería Ana Lilia Herrera?

Silencio.

Aunque algunos la mencionaban, ella era alcaldesa de Metepec y ningún político de experiencia o analista avezado recapacitaba en quien había recuperado ese municipio.

-En realidad yo entonces no aspiraba -añadió cuando se le comentó la escena.

Hoy sí aspiraba y la propulsaban sus propios sondeos, respaldo de grupos de poder local y negociaciones con opositores.

Pero las encuestas reales y el consenso entre el gobernador Alfredo del Mazo, sus antecesores y el dirigente tricolor Alejandro Moreno apuntaron a Alejandra del Moral.

Ana Lilia aún dosifica la desilusión, pero ha aceptado ser la delegada especial del PRI para desde ahí coordinar la campaña de su competidora interna.

De su trabajo dependen en gran parte la suerte del frente, la sobrevivencia del priismo y no se diga la victoria de quien aglutina respaldos tripartidistas.

Ella sabrá cómo asimila esta circunstancia, pero es joven y con el triunfo asegurará la senaduría en 2024, antesala de su ansiada gubernatura.

REQUISITOS DE TRIUNFO

Se cumplió lo anunciado aquí a principios de semana.

Más allá de membretes, ya están unidos los símbolos aliancistas: el PRI con Alejandra del Moral, Ana Lilia Herrera y otros; el PAN con sus comités local y nacional personificados en Enrique Vargas, y el PRD con Omar Ortega.

Las condiciones están dadas para el vaticinio de Alejandro Moreno:

-Va a ser un buen cierre de año.

Con una acotación: lo será si Del Moral aprovecha el receso decembrino para corregir las intromisiones y de plano malas acciones en materia de organización y de comunicación en su equipo.

Sin esos ajustes -urgentes y con sentido de eficiencia- difícilmente ella y su alianza alcanzarán la victoria en junio de 2023 y Palacio de Gobierno en septiembre del próximo año.

Ella no está para exigir “90% de lealtad y 10% de eficiencia”, como se guía el Gobierno de la República con resultados de todos (des)conocidos.

SUPERVIVENCIA DEL PRI

No se ha dicho, pero en las pláticas permeó un dato:

-La supervivencia del PRI pasa por el estado de México.

Sin esa entidad quedaría como organismo testimonial y no le servirá a la alianza Va por México en 2024, cuando se le necesita con estructura territorial para organizar la campaña, aportar cuadros y vigilar las elecciones.

Y cosas de la política, el principal actor de esa permanencia es el panista Enrique Vargas, clave en declinar sus aspiraciones e impulsar acuerdos cuando flaqueaba la alianza.

En ese sentido tal vez algún día, acaso cuando sea postulado al Senado en 2024, pueda ser reconocido como el salvador del otrora “partido casi único de México” en definición de Carlos Salinas.