De los caminos de la vida…
Con fondo de Fernando Fernández entonando Quinto Patio –“el dinero no es la vida, es tan solo vanidad”– el Duce Andrés Manuel nos recetó una profunda reflexión cuando refirió que “es mejor la pobreza que la deshonra. No hay que ambicionar así lo material, el dinero; eso no es la vida, eso no es la felicidad.
“Y no quiere decir –aclaró, faltaba más–que no se tenga para lo básico, se puede tener para la alimentación y para el vestido, y para el transporte y para también la distracción y para el disfrute; pero, como decía Juárez, la justa medianía, no la ambición y de querer también triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole y estar pensando que eso es viveza, ‘qué astuto es, qué abusado es el transa, el que utiliza las influencias, y ya se coló y tiene muy buen padrino y tiene buenas agarraderas’. No”.
En serio, no se ría, lo dijo Su Alteza Serenísima en vivo, a todo color y sin rubor en la mañanera, aunque él persiguió el poder a toda costa y sin escrúpulos morales de ninguna índole, como traicionar a quienes lo llevaron al liderazgo del Partido de la Revolución Democrática y a la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal.
Y lo dicen quienes sufrieron al entonces aspiracionista y clasemediero Andrés Manuel que andaba en busca del poder por el poder mismo, tanto que desmanteló al PRD y se hizo del liderazgo en la construcción del Corporativo Morena. En su momento el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que suele evadir posturas comprometedoras, cuestionó y se desvinculó del Duce. Y, bueno, ni qué decir de lo que Jesús Zambrano Grijalva sabe y comparte públicamente del hoy depositario del Poder Ejecutivo Federal.
Bueno, desmiéntame usted. ¿Vivir en Palacio Nacional es vivir con medianía, es decir, sin lujos? ¿Es o no un exceso utilizar en sus giras una camioneta blindada y con antena satelital, que usó en su momento el entonces presidente Enrique Peña Nieto, en lugar del austero Jetta? Pero, además, la caravana que lo acompaña está integrada por camionetas similares.
¿Fue o no astuto, listo y abusado para colarse en el grupo que controlaba al PRD? Y traicionó a Los Chuchos y sedujo, con la oferta de cargos a quienes eran comodines en liderazgos de las tribus, en especial en la Ciudad de México, aunque éstos le fallaron en el pasado proceso electoral.
Pero, pero…
Andrés Manuel es un animal político con innegable capacidad propagandística y la dialéctica ambigua que dice todo y nada, que ofrece pero engatusa.
Así, con aquello de que el dinero no es la vida, eso no es la felicidad, Su Alteza Serenísima ha caminado en los tiempos recientes con la bandera del honesto y respetuoso de quienes no piensan como él, con el discurso del respeto porque dice no le gusta la palabra tolerancia, aunque da la pauta para el linchamiento público, aviva a sus fanáticos y simpatizantes para hacer pedazos e incluso amenazar de muerte a sus críticos y opositores, aunque luego les pide mesura y que no agredan.
“Aquí aprovecho para decirle a todos los que simpatizan con nosotros de que cuidadito con hacerle daño a otra persona por pensar distinto, hay que respetar. No me gusta la palabra ‘tolerancia’, me gusta más la palabra ‘respeto’”, dijo Su Alteza Serenísima en ese doble lenguaje.
Y es que, dígame si es que no ocurrió así con la senadora Lilly Téllez, hoy, como ha ocurrido con líderes de opinión, empresarios y dueños de medios de comunicación, periodistas y reporteros que se atreven a cuestionarle en los espacios emergentes que son estos portales de libre albedrío.
Se puede o no estar de acuerdo con la senadora y la oposición política, pero es inadmisible que el licenciado presidente tome como pretexto una declaración de la legisladora sonorense para no asistir a la ceremonia en la que este jueves el Senado de la República entregará la medalla Belisario Domínguez a la senadora Ifigenia Martínez.
Todo indica que Andrés Manuel midió el costo político que le implicaría asistir a la Sesión Solemne en la vieja casona de Xicoténcatl y saludar y sacarse la foto con Ricardo Monreal Ávila, coordinador del grupo parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.
Adujo el Duce que no asistía a la ceremonia porque no estaba dispuesto a que le faltaran al respeto a la investidura presidencial, cuando él no solo le ha faltado al respeto, no, ha provocado que le pierdan al respeto a él dentro y fuera del país.
Pero procede como mojarra enjabonada y se escurre de entre las responsabilidades y obligaciones que tiene como Presidente de la República.
Así evadió una responsabilidad en el ejercicio del poder, en el respeto entre los Poderes de la Unión. En efecto, el artículo 100 de la Ley Orgánica del Congreso General de la República cita que se invitará al Jefe del Ejecutivo a acudir a la ceremonia de imposición de la Medalla Belisario Domínguez. No se le obliga.
Pero no quiso abandonar su área de confort. No quiso compartir presídium con Ricardo Monreal. ¡Y cómo!, si Ricardo camina en solitario, alejado de la palabra y el elogio presidencial que se desparrama como miel en romance otoñal con la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.
Quizá usted discrepe de ese escenario, pero cuando alguien dice que el animalito tiene patas de pato, plumas de pato y pico de pato… es un canijo ganso.
Evitó enfrentar un escenario contrario a los espacios en los que los militares lo arropan. Que se sepa, en la ceremonia de entrega de la Belisario Domínguez no hay batería de discursos, sólo el que implica el reconocimiento a la o él galardonado.
¿Alguien le dijo que habría posturas y podrían agredirlo verbalmente? ¿Alguien le adelantó que no habría seguridad suficiente para salvaguardar su integridad física? ¡Bah!
Se zafó, reitero, como mojarra enjabonada con un pretexto pueril. Tuvo temor al costo político y de ese tamaño es el respeto y temor que le tiene a Ricardo Monreal. O quizá no quiso conocer el repudio que hay contra su contrarreforma energética.
¡Ah!, pero dice la bachiller Ana Elizabeth García Vilchis que Su Alteza Serenísima es como Pancho Pantera y, del portazo ocurrido el pasado domingo en Huauchinango, Puebla concluye que “este gobierno que encabeza nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador respeta, promueve y promueve la libertad de expresión y de manifestación. Con su actitud, el presidente se ganó a la gente, a la que protestaba y a la que pudo mirarlo en los videos que circularon a través de las redes sociales”.
¿En serio? ¿Y por qué Andrés Manuel culpó a la senadora Téllez, quien sólo adelantó que haría uso de su libertad de expresión? Sin duda, la bachiller García Vilchis estuvo en otro acto, porque en el que vimos y escuchamos hubo mentadas de madre y demandas de atención, descalificaciones contra el licenciado presidente.
Y ahora, ofrece la cabeza de diputados y senadores que voten contra la contrarreforma energética. El poder a toda costa. Es bien abusado. Digo.
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