NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La única certeza clara y manifiesta de la que no se duda del espectro del huachicol fiscal es la voluntad política de Claudia Sheinbaum para combatirlo, en sentido contrario al gobierno de su antecesor. Pero todo lo demás que involucra este delito es un enigma de preguntas y silencios de los responsables del crecimiento del negocio hasta convertirse en un “cártel del chapopote” de inmenso poder y fortunas.
¿Quiénes y por qué dejaron crecer este delito? ¿Cuáles nuevos imperios se alzan del negocio contra la hacienda pública? Hasta ahora ningún funcionario que ocupara lugares clave el sexenio pasado en seguridad o energía, como la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, o la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, ofrecen información o explicación alguna. La rendición de cuentas es tan invisible como la forma en que evolucionó el huachicol, desde el robo a los ductos de Pemex hasta convertirse en una empresa compleja y sofisticada de contrabando de hidrocarburos de EU.
Pocas cosas más oscuras de los tiempos de la 4T que declararlo extinguido cuando vivía su auge en el sexenio anterior, y dejó como herencia al actual. Los decomisos millonarios de combustible robado por unos 70 millones de litros revelan que sus redes son enormes. Por esa evidencia es difícil de rebatir la voluntad de Sheinbaum con incautaciones mayores a todas las de la última década. Su estrategia de seguridad ha funcionado contra este delito con resultados verificables en operativos permanentes y aseguramientos nunca antes vistos.
Sin embargo, todos esos buenos resultados no alcanzan para dilucidar las grandes interrogantes que rodean a las tramas empresariales, delincuenciales y sus engranajes en la política para la prosperidad del negocio. Éste es el mayor reto de la operación de inteligencia y trazabilidad de su estrategia para rastrear cada etapa del negocio y las redes involucradas en la cadena del delito. Su compromiso de combatirlo hasta “donde tope” es un desafío para su gobierno, porque el registro de información implica conocer el quién, cómo y dónde de poderosos grupos de empresarios que florecen de este negocio desde el corazón de la política y del Estado.
Es muy difícil pensar en la construcción de un mercado de tal magnitud sin decisiones u omisiones de gobiernos, tanto federal como locales, desde Tamaulipas a Tabasco. La expansión del huachicol se detonó tras la suspensión de más de mil permisos de importación de gasolina en 2019 por la política de soberanía energética y atacar el robo de combustible, aunque en la práctica se generó un mercado negro de contrabando. Uno de tantos casos de empresas a las que se canceló autorización fue Ingemar como beneficiaria de la política energética de Peña Nieto, aunque luego lo recuperó en tribunales.
Las incautaciones históricas, como los 15 millones de litros esta semana en Coahuila y de equipo sirven para medir el tamaño del mercado, pero no la profundidad del problema, que comprende redes que, como telarañas gigantes, cubren la geografía nacional. Cómo explicar su funcionamiento sin conocer los mecanismos del contrabando de embarques con millones de litros de gasolina que cruzan la frontera con EU sin ser vistos y se descargan en puertos frente a autoridades militares y policías sin despertar el interés de nadie… hay hasta refinerías clandestinas. El mayor antecedente del “cártel del chapopote” data de 2009 con la ejecución del llamado Rey del Huachicol, Sergio Carmona, un empresario señalado por nexos con el Cártel del Noroeste y del Golfo por el contrabando de hidrocarburos, que habría tejido sus redes a través del financiamiento de campañas políticas, particularmente de Morena. El ascenso de su hermano Julio a la aduana de Reynosa le habría facilitado expandir el negocio, aunque también desapareció sin dejar más rastro que rumores de haberse acogido como colaborador de la DEA.
En mayo pasado, el Tesoro estadunidense cifró el huachicol fiscal como la segunda fuente de ingresos de los cárteles, tras declararlos terroristas, y señaló expresamente al CJNG. Pero son patentes las preguntas sobre el grado de involucramiento de empresas de su país en el negocio, como reclama Sheinbaum, para exigirle una investigación conjunta. Y de su lado, otra comprobación más de las dudas de la mandataria sobre actores del negocio que ni siquiera puede nombrar, más allá de la hipótesis de que tienen que existir tanto allá, como acá.
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