Elegantemente, para que no se ofenda, son fruslerías las ocurrencias o puntadas que el licenciado presidente usa como su peculiar y churrigueresco estilo personal de gobernar.
¿A poco no?
Es la historia que se repite y, en los tiempos que corren, evidencia que el Duce abrevó en aquellos veneros del echeverrista Arriba y Adelante, populismo que hilado desbarrancó a la economía del país cuando la convocatoria propagandista de José López Portillo –la Solución Somos Todos–, derrochó los dineros públicos y México se declaró en quiebra.
Y, bueno, toda vez que el licenciado López Obrador presume de sus vastos conocimientos de la historia patria, debe identificarse, por tanto, en el concepto que Daniel Cosío Villegas delineó para calificar a la forma en que Luis Echeverría Álvarez, se desempeñó como Presidente de la República, en aquellos días cuando asió el mando absoluto del poder en México.
Cosío Villegas, se había decepcionado de Echeverría, quien escudado en el invocado compromiso de atender a los más necesitados, centró el poder en su persona y prácticamente asumió el papel de monarca de forma tal que en México no se movía una hoja sin su anuencia.
Hubo, sí, avance y creación de instituciones, pero el desarrollo del país se mantuvo con una economía cerrada en la que las obras atendían al dictado presidencial.
“La economía se maneja en Los Pinos”, dijo el entonces presidente al secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, cuando el 29 de mayo de 1973 éste se vio obligado a renunciar merced a la discrepancia con su jefe, el dueño del poder, respecto de una reforma fiscal propuesta para poner a salvo a las finanzas públicas.
Margáin discrepaba con la forma en que se manejaba la economía y las finanzas nacionales que galopaban en un creciente endeudamiento para cubrir ocurrencias populacheras que, al final, evidenciaron que habían sido eso: ocurrencias del licenciado Echeverría Álvarez, tanto como su sueño de convertirse en secretario General de la ONU.
¿Le recuerda algún pasaje de las veleidades palaciegas que corren hoy en día con el licenciado Andrés Manuel?
Sí, el tema se ha citado en espacios especializados en economía y finanzas porque, cuando nacía la actual administración federal, el 9 de julio de 2019 Carlos Manuel Urzúa Macías renunció a la Secretaría de Hacienda.
En su carta de renuncia, Urzúa adujo:
“Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta (naciente) administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”.
Y, bueno, ahí tiene usted que el tercer secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, relevo de Arturo Herrera en el cargo, ha tenido que explicar finalmente el multimillonario endeudamiento con el que Su Alteza Serenísima cerrará su gestión, dizque para dejar margen de maniobra a la sucesora y atender prioridades.
¡Ajá!
Deuda es deuda y el Duce solicita, en el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2024 a la Cámara de Diputados, techo de deuda por un 1 billón 990 mil millones de pesos, que es un poco más del monto del déficit presupuestal previsto para el ejercicio fiscal del año entrante.
¿Cuánto pide de gasto el sabelotodo de Palacio? Poquito: 9 billones 66 mil millones de pesos, superior en 4% al aprobado para 2023 en términos reales.
O sea…
Con ese churrigueresco estilo personal de gobernar, Su Alteza Serenísima ha dictado las tareas prioritarias, ajustes presupuestales, reasignaciones, elevado incremento para obras de su ocurrencia como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el AIFA, además del Tren Interoceánico, quizá el que tendrá impacto en la economía como pivote de desarrollo para el sureste.
¡Ah, las ocurrencias! Y las mentiras cotidianas y las traiciones y deslealtades, el usar y desechar a quienes creyeron en él como Arturo Herrera que nunca discrepó del licenciado presidente y le creyó.
“Un cambio para el bien de México: Arturo Herrera será propuesto como gobernador del Banco de México y llega a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O.”, escribió López Obrador el 9 de junio de 2021 en su cuenta de Twitter.
¿Y?
Herrera se fue con más pena que gloria del entramado lópezobradorista. No fue gobernador de Banco de México; la 4T lo abandonó.
Pero…
Mi amigo, el destacado economista Jorge Cázares reprocha que los periodistas –por supuesto los no afines al lopezobradorato ni mercenarios de la mañanera—priorizamos asuntos sin mayor importancia como los zapatos sucios del Duce o que la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro Sánchez, haya acudido a un acto de la Cumbre del G20 en Nueva Delhi, con sandalias “Crocs”, pese a que ello obedeció a una regla local, y no atendemos los asuntos relevantes del gobierno de la 4T.
Mi amigo tiene razón, pero el problema es que los asuntos relevantes carecen de mecanismos de divulgación, porque la política pública en materia de comunicación social no existe.
Y el licenciado presidente tiene en Chucho Ramírez, quien cobra como vocero presidencial, Director General de Comunicación Social de la Presidencia de la República, a un ujier que demuestra incapacidad para elaborar, siquiera, un proyecto de trabajo de comunicación y sólo atina a diseñar esquemas propagandísticos para que su jefe se luzca.
Mire usted, una muestra de esa inexperiencia de Chucho Ramírez, que impacta en el desconocimiento que el grueso de la población tiene de obras como el Tren Maya, ocurrió en la mañanera del pasado lunes 18 de septiembre, cuando se trató el tema, junto con el del Interoceánico.
En la conferencia intervinieron: Óscar David Lozano Águila, director general de Tren Maya, S.A. de C.V.; Guadalupe Phillips Margain, directora general de Empresas ICA; Manuel Muñozcano Castro, director general de Azvindo Ferroviario; Joao Pedro Parreira, presidente y director Ejecutivo de Mota-Engil Latinoamérica; y Gustavo Ricardo Vallejo Suárez, ingeniero residente general y comandante del agrupamiento de ingenieros “Felipe Ángeles”, de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Además, María Elena Lezama Espinosa, gobernador de Quintana Roo; el secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán; Raymundo Morales Ángeles, director General del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec; Jorge Nuño Lara, secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; Manuel Eduardo Gómez Parra, director General de Desarrollo Ferroviario Multimodal de la SICT; y Jesús Antonio Esteva Medina, secretario de Obras y Servicios de la CDMX;
Debutó la gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez Álvarez, y también asistió Martí Batres Guadarrama, bateador emergente en el cargo de jefe de Gobierno sustituto de la Ciudad de México.
Estos personajes hablaron de las bondades ferroviarias de las obras del gobierno del licenciado López Obrador, hasta del inconcluso llamado “Insurgente” tren suburbano México-Toluca.
Sus exposiciones fueron claras. ¿Por qué no se ha conocido el detalle que los referidos expusieron del Tren Maya, del Interoceánico y del Insurgente?
Simple. Nadie más que Andrés Manuel puede tener la batuta. Nadie más que él y su personal churrigueresco estilo de ¿gobernar?
Y lo que la prensa privilegió de esa mañanera fueron ocurrencias y dislates presidenciales. Lo toral, la obra discutida, criticada por unos y ensalzada por otros, quedó en segundo plano.
Sí, es obligación de los periodistas investigar. Y encuentran yerros, corrupción y otros etcéteras. Andrés Manuel es el vocero.
Además, so riesgo de incurrir en complicidades, no se pueden cerrar los ojos ante las fruslerías del licenciado presidente, so riesgo de convertir en ley aquello que se vuelve de uso y práctica general. ¡Recórcholis, Drakko! Digo.
sanchezlimon@gmail.com @sanchezlimon1