Un testigo narra cómo estuvo el desvanecimiento del presidente Andrés Manuel López Obrador en la base aérea militar de Mérida
Nada se ha filtrado.
A estas alturas, con dudas y pese a especulaciones, nadie sabe cuál es la salud del presidente tras su emergente regreso de Yucatán.
Tampoco nadie responsable ha especulado sobre ella: no lo hizo El Diario de Yucatán y no lo hicieron los escasos testigos de su desvanecimiento.
Mucho menos esta columna, donde simplemente recogimos la versión de una persona presente en el desafortunado hecho del domingo por la mañana.
Pero es normal.
Vayan varias historias reporteriles.
En tiempos de José López Portillo, en 1971, el presidente visitó Tlaxcala y en la delegación del IMSS saludaba a la gente de la valla.
De repente, a mi lado, un elemento del Estado Mayor se abalanzó sobre un hombre justo cuando sacaba de su cintura una pistola.
Lo sujetó, le quitó el arma y se lo llevaron hacia la salida.
¿Pensaba disparar al presidente?
Yo los seguí para ver qué hacían con él.
Me detuvo la guardia y me apartaron del contingente y de ahí me llevaron a una tienda de campaña montada sobre el jardín, donde me esperaba el jefe de prensa de Presidencia, Francisco Galindo Ochoa:
-Mira, muchachito pendejo. Tú no has visto nada. No lo cuentes porque te puedes arrepentir.
Pese a todo, hice la crónica y la envié a mi periódico (El Universal), donde el director editorial Ariel Ramos la guardó y me agradeció mi profesionalismo, pero no la publicó.
CARLOS SALINAS
Diciembre de 1988.
Carlos Salinas acudió al Palacio de Iturbide para comer con varios empresarios, liderados por Agustín Legorreta, dueño de Banamex y del edificio sede.
Cuando llegaba el flamante mandatario frente a un público curioso en el Centro Histórico, un espontáneo, sin duda simpatizante de Cuauhtémoc Cárdenas, le gritó:
-¡Espurio!
Agentes del EMP lo sometieron y se lo llevaron al fondo de un edificio mientras yo intentaba ver qué hacían con él.
Me regresaron.
Pasé la nota, pedí al director Carlos Payán (La Jornada) publicarla sin firma y él accedió, al tiempo de pedirme darle seguimiento para saber el paradero del joven.
No hizo falta: Miguel Angel Granados Chapa publicitó mi nombre como autor de la nota y a partir de entonces mi cobertura presidencial fue problemática.
En síntesis, dijo con información del subdirector de Comunicación Social Miguel López Azuara, yo no tenía razón de especular porque el muchacho fue soltado de inmediato, lo cual no era cierto.
Sirvan estos antecedentes para el presente.
DÍA DEL TRABAJO
1.- El Día del Trabajo, 1 de mayo, se celebrará sin la principal representación sindical.
La CTM de Carlos Aceves del Olmo no tiene actos programados y menos el desfile multitudinario al cual nos tenían acostumbrados líderes tamaño Fidel Velázquez.
Sí los habrá, en cambio, en el interior de la república donde las federaciones estatales tienen libertad para manifestarse y exigir mejores condiciones laborales.
Algunos gremios especulan sobre las malas condiciones de salud de su dirigente, pero no hay información oficial.
Y 2.- conviene estar pendiente de la asistencia de hoy de lo gobernadores oficiales al Salón Tesorería de Palacio Nacional a la conferencia donde Adán Augusto es jefe.
Se les convocó desde el lunes al mediodía, en teoría para expresar su unidad y su respaldo al presidente de la república.
¿Es necesario?