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Cuauhtémoc Blanco busca futuro.

No lo tiene en la política porque, como informamos aquí el 10 de noviembre, en Palacio Nacional no lo quieren por su mal gobierno en Morelos.

Es un fardo tras ser visto hace seis años, cuando hincaron a Rabindranath Salazar, como apoyo a López Obrador.

Él se la creyó y subió su ambición.

Inicialmente le ofrecieron la candidatura en la alcaldía Cuauhtémoc para 2024, pero le pareció poca cosa para su estatura.

Por ello anunció su aspiración de contender por la jefatura del Gobierno capitalino por Morena, pero desde Palacio Nacional lo aplacaron.

Entonces quiso asirse de un fuero y pidió una senaduría por la capital de la República, pero también se le negó y él se sintió frustrado.

Se concentró en Morelos y quiso promoverse para una función legislativa e impulsar a su medio hermano Ulises Bravo, dirigente local morenista y en la mira de la justicia.

Nada: lo máximo a su favor fue bajar a la puntera de las encuestas, la senadora Lucy Meza, ahora candidata de la oposición con posibilidad de victoria.

LA SOGA DE LA JUSTICIA

En la orfandad, Cuauhtémoc Blanco ve hacia otros lados.

Muchos lo imaginaron en cuerpos directivos del futbol mexicano y él declaró interés en dirigir la Selección Nacional.

No ha penetrado en ese ánimo.

Como nadie duda de sus conocimientos futbolísticos, ha buscado negociaciones con varias cadenas de televisión –Televisa y TVAzteca son dos de ellas- como comentarista.

Tampoco tiene respuesta.

Pero ahí anda, de un lado a otro tras protección porque el fiscal general de Morelos, Uriel Carmona, le tiene amplios expedientes por desvío de recursos y mala administración.

Eso amén de asuntos penales en espera de definición y consignación ante el Ministerio Público para presentarlo a la justicia.

Un pleito añejo porque, es sabido, El Cuau ha promovido varias veces la defenestración del procurador de justicia y ha tenido el respaldo de las autoridades federales, pese a lo cual Carmona anda libre y en funciones.

Corre tiempo… en contra de Cuauhtémoc Blanco.

LA OBEDIENCIA DE LENIA

1.- Lo adelantamos aquí el 21 de diciembre:

Lenia Batres recibió la instrucción de su jefe de ir a la Corte a realizar una “función disruptiva”, a agitarla y dividirla.

No esperó: ayer, apenas rindió protesta por decisión unipersonal de López Obrador, se estrenó en esa misión con un discurso de escándalo y de descalificación.

Un ministro de la Corte, según la disposición legal, va a aplicar y hacer respetar la Constitución, pero ella tiene una visión diferente, la misma de López Obrador:

“No tenemos una Suprema Corte subordinada a la Constitución, sino una Constitución subordinada a la Suprema Corte”.

O sea, no nos salgan con que la ley es la ley.

Y 2.- ¿Por qué hay dos estados como islas de seguridad?

El Yucatán de Mauricio Vila y Coahuila de Manolo Jiménez se distinguen por su tranquilidad y la paz de sus habitantes.

Y, sin embargo, Manolo se ha concentrado en reforzarla en coordinación con los gobiernos federal y municipales para evitar la invasión del crimen.

Ahora el tema está en la tarea de regresar a sus países a migrantes, pues han llegado en multitud enviados de quién sabe dónde y por quién sabe quién.

Treinta mil en Piedras Negras no son casualidad.

@urenajose1