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Seguramente sesudos historiadores de ambas posturas –en pro y en favor–, hurgan desde ahora en los registros cotidianos y con el zapapico de su afán investigativo, persiguen los diamantes del éxito en la mina de la Cuarta Transformación o –por el contrario, hurgan en pos de los fracasos probatorios del desastre de quien –como en un poema de Machado, lo tuvo todo y todo lo desperdició.
Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.
Pero por desgracia aquí no hay almas de nardo ni se trata de espíritus antiguos de árabe español. Aquí se habla de realidades un poco más prosaicas. Por ejemplo, la ineptitud. O la conveniencia para tolerar todo lo naturalmente contrario al buen Gobierno. Ya no se diga sobre la traición a la palabra comprometida en el juramento constitucional.
Por eso las narraciones futuras sobre nuestro presente transformador (ya se dedicarán acuciosos tratadistas a probar lo publicitario de tan magno empeño), se dedicarán seguramente muchos capítulos a las complicidades entre el Ejecutivo Federal y los virreyes de Morena. Casi todos (como dicen la lengua de la hipocresía, con sus honrosas excepciones), son palurdos inservibles.
Si una de las evidencias del fracaso de Enrique Peña fue la vergonzosa generación de gobernadores aupados en las sillas estatales con su auxilio desde el gobierno del estado de México y más tarde en Los Pinos (cuando había Pinos), el “dream team” de la 4-T no le va a la zaga.
Basta ver a Cuauhtémoc Blanco, cobijado transexenalmente a pesar de su pedestre estulticia y sus malos manejos financieros y de inseguridad. Pero si ese ejemplo no fuera suficiente, está el caso de Rubén Rocha Moya en Sinaloa, cuyo gobierno se dio a través de un proceso escandaloso con secuestros de opositores y demás.
No le va a zaga en cuanto a sospechas generalizadas –al menos en Tamaulipas– Américo Villarreal cuyos pasos distan mucho de la ejemplaridad.
A ellos, por citar sólo a algunos, el presidente los defiende con la vehemencia de quien los ha seleccionado. Son su equipo en la provincia y le resultan útiles también ahora cuando realiza la gira paralela en respaldo de Claudia Sheinbaum, para aceitar las maquinarias electorales en las entidades controladas por Morena y sus programas.
Pero quien se lleva las palmas en cuanto a inoperancia y lenidad; ineptitud e incapacidad, es Layda Sansores, quien ha logrado agitar la inconformidad campechana, en un sitio donde –dicen sus habitantes– ni el mar se mueve.
Una de las dos ciudades más tranquilas del país, hoy se agita como no lo hacía desde los tiempos de Lafitte y otros bucaneros.
COAHUILA
Y si hablamos de los estados, pues le digo, En el marco de la celebración del Día Mundial del Agua, el gobernador Manolo Jiménez Salinas dio a conocer el inicio de la construcción del Plan Integral de Gestión del Agua, con el objetivo de asegurar una gestión eficiente y sostenible para garantizar el derecho humano al agua y el desarrollo económico del estado, con una perspectiva de mediano y largo plazo.
“Iniciamos a trazar el camino hacia un futuro más sostenible y arrancamos la construcción de nuestro Plan Integral de Gestión del Agua. En medio de desafíos como sequías y cambio climático en todo el país, en Coahuila nos comprometemos a ser guardianes del agua, protegiéndola y optimizando su uso. Este es y será uno de los temas torales de nuestro gobierno. Por ello, juntos y echados pa’ delante, vamos a cuidar el agua por el presente y futuro de las nuevas generaciones”, señaló el gobernador Manolo Jiménez.
Estuvieron presentes Óscar Pimentel González, secretario de Gobierno; Lauro Villarreal Navarro, director general de la Comisión Estatal de Aguas y Saneamiento.