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El hecho ocurrió a fines de marzo, cuando los operadores de una planta de bombeo reportaron vapores de gasolina. Los vapores a niveles casi explosivos se detectaron también en uno de los pocos drenajes de la ciudad, pero se informó de ello apenas el viernes.

Una inspección reveló que un oleoducto nacional de gasolina que recorre el borde norte de la ciudad tenía al menos ocho tomas clandestinas. Los ladrones aparentemente dejaron algunas tomas abiertas, lo que permitió que la gasolina cayera en los colectores de aguas pluviales, dijo Javier González, jefe de logística de la petrolera estatal Pemex.

Dijo que la operación clandestina —que aparentemente existía desde hace años— incluía túneles subterráneos que conducían de las tomas a propiedades privadas, desde las cuales salían mangueras para llevar la gasolina robada a camiones grandes.

Soldados e investigadores hallaron cuatro túneles, además de depósitos y terrenos con cientos de tanques para almacenar combustible.

La Ciudad de México carece de drenaje natural y necesita plantas de bombeo para llevar las aguas pluviales a una ladera y de allí a zonas agrícolas circundantes donde se usan para regar los plantíos.

La planta de bombeo del suburbio de Ecatepec fue cerrada hasta que se disiparon los vapores. Si la filtración se hubiera producido durante la temporada de lluvias, que comienza en junio, las consecuencias podrían haber sido catastróficas, ya que la ciudad tiene una larga historia de inundaciones.

El Gobierno proclamó la victoria en la lucha contra el robo de combustibles en 2019, pero el ejército halló 3 mil 780 tomas clandestinas entre el 1 de septiembre de ese año y el 30 de junio de 2020.

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