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Aun me sorprende cómo la propaganda de los gobiernos del PRI ha permeado en la psique de los mexicanos. Aunque no estoy seguro de que lo haya hecho con las nuevas generaciones (de los llamados millenials no me cabe la menor duda que no tienen idea de nada de dicha propaganda).

Me refiero al teatro del llamado “destape”. Como si fuera un acto de magia, el Presidente de la República (claro está, cuando es emanado del PRI), señala en un acto simbólico al que va a ser ungido como candidato a la Presidencia de la República, curiosamente sin mencionar nunca que lo es, ya que seguido al acto mágico en donde se lleva a cabo el anuncio presidencial, los diversos Sectores del PRI van manifestando su apoyo al que de repente es el hombre más capaz, patriótico, honesto, comprometido por México y su destino, además de ser un extraordinario padre de familia y esposo amoroso, grandioso amigo y maravilloso ser humano.

 

Lo malo del asunto, es que esta cultura, en lugar de desaparecer, se ha venido difundiendo e infundiendo en los demás partidos políticos, clara señal de regresión política. En pleno siglo XXI, no podemos superar en los partidos políticos el ansia de darle vuelta a la democracia.

 

En esta regresión claramente se destaca MORENA, en donde su propio creador, Presidente del partido, se auto ungirá como su candidato y palomeará a todos los candidatos importantes de dicho partido. En Movimiento Ciudadano pasa lo mismo con su Presidente. En el PRD las diversas tribus mandan, pero lo más patético del asunto es que en mi propio partido, el PAN existen tendencias similares.

 

No me queda la menor duda que Ricardo Anaya va a ser el candidato del PAN, acepto que es el más competitivo, pero por qué no se ha corrido el menor riesgo de echar a andar un proceso democrático dentro del PAN y demás integrantes del Frente Ciudadano por México. Creo que si lo hace saldrá fortificado y legitimado.

 

Aunque Margarita Zavala era la preferida de la ciudadanía para encabezar al Frente, el error de su salida la ha hecho caer en las preferencias electorales, por lo que le ha quedado el camino libre a Anaya, para que luego él pueda abrir el camino a los procesos democráticos en donde los más competitivos, que sean leales al partido y a sus principios, sean militantes o ciudadanos no-militantes, puedan participar en todos los puestos de elección popular que oferte el PAN.

 

No podemos aspirar a tener una democracia consolidada que rinda frutos destruyendo a los partidos políticos o dejarlos a merced de sus cúpulas. Es necesario abrir los partidos a la ciudadanía, de lo contrario, continuaremos en la senda del deterioro democrático del país, hasta caer con alguien como López Obrador o continuando con la lenta agonía y tortura de los gobiernos del PRI.

 

Es el PRI la droga que cada sexenio ilusiona a los mexicanos. Permanecerá mientras no construyamos, con trabajo ciudadano, los caminos hacia el bien común. Es decir, participando en política, sin dejar solos a los gobernantes, ni someternos a las opciones que nos presentan las personas del poder político y económico. Debemos los ciudadanos militantes o no militantes de los partidos políticos, escoger a las personas que deseemos libremente, personas que presenten un perfil limpio, trayectorias de integridad, talentos, conductas éticas y entrega responsable a realizar una gestión de excelencia.

 

De lo contrario, no se auguran tiempos buenos para el país, en el mejor de los casos, más de lo mismo, con tendencia a empeorar, y en el peor de los casos, podemos caer primero en un liderazgo autocrático, que nos puede poner en la vorágine de un gobierno aún más autoritario, fanático de extrema izquierda, para luego dar un bandazo hacia una dictadura militar que nos retroceda cien años en la historia.

 

Estamos ahora en esa enorme disyuntiva, la solución la tienen los liderazgos del Frente Ciudadano por México, pero si los ciudadanos no nos enfocamos fuertemente a que los procesos democráticos ocurran en el Frente, desecharemos la gran oportunidad histórica que tenemos de enderezar la senda hacia la democracia y construir el país que todos deseamos, un país del Siglo XXI, con mejoría económica y desarrollo humano pleno, que pueda llevar a nuestros hijos y a muchas familias, en lugar de estar generando el deseo de salir de nuestra patria, a que retornen a nuestro país, porque presentan mejores oportunidades que cualquiera de las naciones del Continente.