En efecto, el pueblo está enojado, y está muy enojado. En los recorridos de mi campaña a la diputación federal por el Distrito 1 de Chihuahua, claramente lo he constatado.
Debemos de ver el origen de esto. Después del triunfo de Fox en el año 2000, el PRI se atrincheró en los estados. Doce años de gobiernos panistas y el costo del desgaste en el poder a nivel federal, la crisis financiera mundial del 2009, que hizo que disminuyera la economía y se perdieran millones de empleos y subiera el nivel de pobreza. Además del costo político de la violencia desatada en el país, por la guerra entre las bandas del crimen organizado que se disputaron territorios valiosos, después de la intervención del gobierno de Calderón para combatirlos, hizo que los ciudadanos volearan hacia las falsas promesas del PRI.
No obstante que en el 2012 los niveles de violencia claramente habían bajado, la economía rápidamente se recuperaba y había grandes niveles de inversión, el gran despliegue publicitario del PRI, con un candidato que parecía el príncipe azul de una telenovela de Televisa, casado con la actriz del momento, hizo que el pueblo se viera deslumbrado en participar en ese mundo idílico que el poder de los medios de comunicación masiva aún tenía la capacidad de difundir con credibilidad.
Ahora, si comparamos el entrono existente en las elecciones del 2012, el cambio más importante es el de la explosión masiva de las redes sociales. Sobre todo, hay que considerar que la televisión abierta y el radio han perdido la credibilidad y el poder de difusión de la información que antes tenían, frente a las redes sociales que despliegan toda clase de información.
Estos nuevos medios han desenmascarado el tsunami de corrupción en todos los niveles que ha embargado completamente a nuestro país. Entró el PRI al gobierno, y como aves de rapiña los funcionarios de todos los niveles se han ido tras el uso y abuso de los vastos fondos públicos a su disposición. Nunca en la historia de México ha habido tanta corrupción y nos indignamos por ella.
Toda esta difusión, empero, se ha prestado para la fácil manipulación política de los ciudadanos. La más clara y exitosa ha sido la generación de algo que no existe como tal, pero la ciudadanía la ve como una verdad axiomática que es por si misma comprobable: la existencia del “PRIAN”.
Fue fácil vender la idea del PRIAN, a raíz de los acuerdos parlamentarios ocurridos por el llamado “Pacto por México”. La izquierda de López Obrador generó la noción entre la gente de que el PRI y el PAN eran lo mismo.
Lo que realmente sucedió fue, que cuando el PRI regresó al poder y revisó los cambios legislativos que los gobiernos de Fox y Calderón habían propuesto, concluyó que eran las reformas que el país realmente necesitaban, por lo que se acercó al PAN para proponerle que, “ahora sí las apoyaría”, pidiéndole que se sumara a las reformas.
Ante lo anterior, el PAN las aceptó, sin antes hacerles cambios que fueron previamente negociados, dando como resultado las reformas estructurales, de las cuales en la única que el PAN no estuvo de acuerdo fue la fiscal, que el PRI negoció con el PRD en lo obscurito.
Pero ¿qué pasó entonces?, ¿qué ocasionó el enojo del pueblo? Varias cosas, la principal, fue la corrupción galopante del PRI, que además de generar disgusto en la gente, creó consecuencias económicas al aumentar los costos de las empresas, manteniendo los salarios muy bajos.
La otra, fue la pésima implementación de las reformas estructurales, ya que el PRI quiso adecuar las mismas en la práctica, a sus intereses sectarios. Además, el aumento de impuestos y deuda crearon devaluación e inflación que hizo que los salarios perdieran poder de compra.
Luego vino la pésima conducción de la estrategia de seguridad, EPN al desmantelar todo lo que había hecho el gobierno de Calderón, dizque para bajar los niveles de violencia, generó el efecto contrario, de aumentar la misma y hacer crecer el crimen organizado; todo ello deviniendo en un gran aumento en los niveles de pobreza e incertidumbre en la población.
Todo lo anterior, ha creado el caldo de cultivo ideal para generar la tormenta perfecta para traer al populismo a gobernarnos. Ese enojo del pueblo es la amenaza más grande para el pueblo mismo, ya que con tal del “desquitarse de los ricos que los han llevado a esta situación caótica”, no saben que los menos favorecidos pueden hundirse aún más, generándose la caída de inversión y empleo, que junto con las políticas pública asistenciales que propone AMLO, se crearán distorsiones en los mercados, que provocarán la falta de alimentos, contrabando, mercados negros e inflación, más pobreza y hambrunas.