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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

Si viéramos la posición de Claudia Sheinbaum como una partida de ajedrez, su estrategia es un enroque defensivo dentro del feudalismo de Donald Trump y el Plan México para salvar la guerra comercial. Su movimiento ata el destino inmediato del país al nacional-proteccionismo de EU y su confinamiento al bloque económico de Norteamérica.

México se encierra en el castillo del T-MEC para tratar de protegerse y esquivar una gran dislocación del comercio mundial por las políticas de Trump, y adaptarse al dominio regional de EU, incluso aprovechar ventajas de las nuevas reglas del comercio mundial que Trump quiere imponer a través de la coerción arancelaria para dejar atrás la globalización por mercados regionales cerrados.

Es decir, opta por acogerse a la zona fortificada de Norteamérica para guarecerse del shock comercial, que apenas empieza en el mundo como anticipa la “semana negra” de pánico en bolsas y mercados financieros por las represalias de China y sus grandes empresas tecnológicas con aranceles recíprocos. Aunque México ni aislándose puede tener plena confianza en el T-MEC cuando su socio lo considera el “peor acuerdo de la historia” y su intención de apresurar su renegociación bajo mayores restricciones.

El gobierno mexicano se congratula de salir mejor librado que otros de la última agresiva andanada de tarifas y lo atribuye a la buena relación con Trump y su colaboración antinarco y migración. Sobre todo, destaca obtener un trato preferencial gracias al T-MEC. Esa deferencia lo convence de que funcionó la táctica de no desafiar al “jefe supremo”, aunque Canadá sí lo hizo y también evadió el impuesto general que aplicó a más de 60 países. No obstante, a ambos socios les encajó gravámenes de 25% al acero, aluminio y autos, pero con posibilidad de rebajas a las exportaciones que cumplan con el T-MEC, y otros descuentos ligados al combate al fentanilo y control migratorio en las fronteras.

A pesar de la incertidumbre, Sheinbaum intenta sortear la guerra comercial sobre una cuerda floja entre el “garrote” arancelario que Trump usa como moneda de cambio para presionar a México, y los gravámenes como la principal arma “ideológica” con que abre paso a un nuevo modelo de administración centralizada del comercio de EU. Para realizar su enroque, la Presidenta ha tenido que hacer importantes concesiones migratorias y de seguridad a fin de conseguir las mejores condiciones posibles de las nuevas reglas.

La alta integración económica no deja mucho margen a México para otra cosa y Sheinbaum hace lo posible por evitar males mayores, incluso el país alberga la esperanza de encontrar nuevas oportunidades para resucitar la promesa del nearshoring. Pero el expansionismo nacionalista de Trump golpea a las empresas mexicanas y destruye empleos sobre un terreno de alta vulnerabilidad económica interna, y sobre todo que conlleva costos para la soberanía difíciles de eludir por la subordinación de todo a su seguridad nacional y el interés por el sector energético.

La declaratoria de “guerra” enseña que la casa del T-MEC es poco confiable para proteger la economía nacional con el Plan México. El desafío de hacer habitable el “señorío” comercial de Trump es enorme porque implicará ajustar a más de la mitad de exportaciones mexicanas a reglas comerciales más restrictivas con terceros países para abatir aranceles.

El proteccionismo ha vuelto con fuerza. La renegociación del T-MEC puede poner en jaque a Sheinbaum por incluir al sector energético bajo dominio estatal. El reporte de la USTR apunta a incluirlo para resolver “prácticas discriminatorias”, señala. López Obrador se negó a ello desde la firma del acuerdo en 2019 y su incorporación a la discusión pondría la Presidenta en una posición comprometida entre el salvamento del T-MEC y la defensa de la soberanía.

El shock arancelario pone cada vez más en claro que Trump usa las tarifas como instrumento para que avancen sus políticas e intereses nacionales, pero también como parte de una revolución “ideológica” proteccionista que reordena al comercio mundial en bloques regionales más cerrados con limitaciones asfixiantes hasta para los que creen poder manejar sus turbulencias.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de LINEAPOLITICA