NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
El látigo arancelario de Trump vuelve a hacer sentir el azote con que aviva el caos económico en el mundo y a México castiga por acusar que su gobierno está “petrificado” ante los cárteles. El último ataque confirma que su política nacionalista y proteccionista modela la agenda interna de Sheinbaum, aunque, a la vez, su despotismo le cierra el paso a su administración.
La estrategia de la Presidenta para lidiar con el republicano ha topado esta vez con su frenesí arancelario, que en el mundo está generando una reconfiguración comercial, sin EU. El creciente aislamiento de la potencia representa un callejón sin salida para México, que, a su vez, tampoco puede desmarcarse de su agenda y ampliar contactos por la profunda interdependencia.
Pero la política del fuste cada vez le alcanza menos para disciplinar insumisos con el despotismo errático del TACO (siempre se echa para atrás), como le apodan en su país. Los asiáticos y los BRICS buscan nuevos nexos comerciales basados en reglas confiables; viejos aliados de la UE reciben sus amenazas con mayor escepticismo y recelo; y socios como México reaccionan con la cautela del rehén que sueltan y recapturan para obligar a cumplir sus condiciones en migración, seguridad o comercio, en un mar de desconfianza.
Esa latiguera para cinchar sus déficits comerciales o de popularidad recuerda el juego en que niños cogidos de la mano se mueven haciendo giros en S para producir una fuerte sacudida en el extremo de la fila. De eso se trata el encaje de la última carta que dirigió a Sheinbaum para zarandear con el jalón de otro arancel de 30% a exportaciones fuera del T-MEC, que se agrega al acero, aluminio y hasta de 17% al tomate. Un juego de la extorsión con la trampa de no hacer lo suficiente contra el narco para justificar el castigo.
La orden retrata el papel de sheriff mundial que con México gusta jugar con el gatillo puesto sobre los cárteles, que coloca como sucedáneos de la amenaza terrorista a la seguridad nacional en su nueva versión de guerra contra las drogas. En otra partida del amigo-enemigo, donde las fichas se mueven con el azote del mazo de los “lindos” aranceles como dínamo de un potro de torturas; que también sirve como flujo magnético para atrapar inversiones.
La respuesta de Sheinbaum a la nueva descarga fue de cautela, aunque cedió a la confrontación sin la “cabeza tan fría” de otras veces y con la peor cara: una conferencia de prensa en Sinaloa con Rocha Moya, el gobernador bajo sospecha de involucramiento en la captura de El Mayo, que originó la guerra intestina del cártel desde hace 10 meses dentro del cerco de la justicia estadunidense. Un mensaje tan desafiante como inusual en su estrategia de evitar el choque directo con Trump y en el punto más sensible de la relación bilateral; y convocada de improviso para repetir su crítica sobre la “incoherencia” de negociar con narcos que persigue como terroristas y rechazar acusaciones del abogado de Ovidio Guzmán de fungir como brazo político de ellos.
La reacción deja ver el escepticismo que venía apuntándose sobre el éxito de su estrategia con Trump tras evadir varias andanadas arancelarias. Sheinbaum ha ganado respeto internacional por el manejo de los ataques, pero sus resultados no son mejores a otros que han respondido con acciones agresivas, como aranceles recíprocos de Brasil o China; sin tampoco lograr abrir nuevos nexos comerciales para sacudirse un conflicto muy difícil o de imposible resolución, tanto si cede su agenda como si la orienta hacia otros lados.
Trump es una pesadilla para Sheinbaum, cuya agenda interior está marcada por sus prioridades políticas de migración y, sobre todo, de seguridad. Que incluso parece determinante para una oposición interna que cree que el despotismo de Washington puede llenar sus vacíos como contrapeso al régimen de Morena; y hasta albergar la íntima esperanza de que debiliten a su gobierno, aunque sean empresarios y sociedad los más afectados por la dependencia comercial con su principal socio. Otro craso error.
Así y todo, Sheinbaum confía en llegar a un acuerdo “general” que evite los nuevos aranceles el 1 de agosto en la mesa de negociación en Washington, que incluiría el paquete completo con migración y seguridad. Y la llave, otra vez, de esa cerradura será el acceso e intensificar el combate contra el crimen, aunque el país siga atrapado en su proteccionismo. Veremos…
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