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Se ha hablado mucho sobre que Morena ya tiene ganada de antemano la presidencia de la República, disque las corcholatas por aquí y por allá. Se dice que la oposición está derrotada porque no se mueve, y muchos etcéteras más.

De lo que se habla poco, es que Morena y el gobierno al hacer todas las acciones de propaganda electoral por todos lados violan flagrantemente las leyes electorales.

El artículo 3º de la ley General de Instituciones y Procesos Electorales, hace las siguientes definiciones de los actos anticipados de campaña y precampaña:

“Artículo 3.

1. Para los efectos de esta Ley se entiende por:

a) Actos Anticipados de Campaña: Los actos de expresión que se realicen bajo cualquier modalidad y en cualquier momento fuera de la etapa de campañas, que contengan llamados expresos al voto en contra o a favor de una candidatura o un partido, o expresiones solicitando cualquier tipo de apoyo para contender en el proceso electoral por alguna candidatura o para un partido;

b) Actos Anticipados de Precampaña: Las expresiones que se realicen bajo cualquier modalidad y en cualquier momento durante el lapso que va desde el inicio del proceso electoral hasta antes del plazo legal para el inicio de las precampañas, que contengan llamados expresos al voto en contra o a favor de una precandidatura;”

Ahora bien, el artículo 456, numeral 1, inciso c), fracción III, de la citada ley, es muy severo al ordenar lo siguiente:

“1. Las infracciones señaladas en los artículos anteriores serán sancionadas conforme a lo siguiente:

c) Respecto de las personas aspirantes, precandidatas o candidatas a cargos de elección popular:

1. Con la pérdida del derecho del precandidato infractor a ser registrado como candidato o, en su caso, si ya está hecho el registro, con la cancelación del mismo. Cuando las infracciones cometidas por aspirantes o precandidatos a cargos de elección popular, cuando sean imputables exclusivamente a aquéllos, no procederá sanción alguna en contra del partido político de que se trate. Cuando el precandidato resulte electo en el proceso interno, el partido político no podrá registrarlo como candidato.”

Así que la resolución del INE y la del Tribunal Electoral, es su caso, podrá ser sumamente controvertida respecto al registro de la corcholata ganadora dentro de su proceso interno.

Pero ahora, vámonos con la opción al oficialismo que comúnmente se le llama “oposición”, aunque a mi me gusta llamarle “opción”. Considero que para que dicha opción sea exitosa debe reunir los siguientes requisitos:

1. Que únicamente haya una. El hecho de que saliera otra candidatura puede minar mucho el éxito de la opción, ya que dividiría el voto a su favor, quitándole posibilidades de triunfo.

2. Que el método de selección de la candidatura sea abierto a la ciudadanía. Es decir, que no vaya a haber algún partido político que quiera imponer un método cerrado a su militancia. Ello no quiere decir que las militancias de los partidos políticos fueren excluidas. Al contrario, ellas deben de tener un protagonismo importante en la selección, pero no deberían tener la exclusividad en ello porque el proceso perdería la legitimidad que se requiere para esto.

La candidatura de la opción en contra el oficialismo debe tener el más grande apoyo de la ciudadanía partidista y no partidista, siendo esta última la que tiene mayor peso por su inmensa diferencia cuántica a la ciudadanía partidista.

Este método de selección es factible, más ahora con los mecanismos de tecnología de la información que permiten al ciudadano participar en una elección por medios electrónicos confiables y seguros.

Con este método, los aspirantes a la presidencia de la República podrían hacer encuentros y debates en donde se expondrían por todo el país en foros presenciales y virtuales, dándole oportunidad a los ciudadanos de conocerlos de una manera directa y franca, sin el dispendio de la parafernalia electoral costosa, en donde los que tiene más dinero artificialmente alcanzan más apoyo, quitándole la equidad a la contienda.

De esta manera, se pueden ir cribando los aspirantes, para que, a semejanza a un torneo futbolístico, vayan pasando a cuartos de final, a semifinales y al torneo definitorio en donde quedando dos aspirantes, y los ciudadanos partidistas y no partidistas decidan por uno.

El triunfador así entraría en la contienda presidencial fresco, potente y firme con un gran arrastre de la ciudadanía en contra de la candidatura del oficialismo que sobreviva las sanciones electorales que las autoridades del ramo impongan.