Y el Octavo Mandamiento dispone: “no darás falso testimonio ni mentirás”.
Hay que recordárselo al pastor que oficia de lunes a viernes en la mañanera. O, ¿por qué no?, lo que refieren los proverbios 6:16-9
“Seis cosas aborrece Jehová. Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos”.
Ya sabe usted que es rete religioso y le encanta citar pasajes bíblicos. Al fin pastor que dice respetar al libre credo. Pero…
La verdad, la verdad, está convertido en un apóstata muy a modo, a su modo, a su interés que le ha movido desde siempre para hacerse del poder mediante un ejercicio democrático que hoy le estorba en su ruta para pasar a la historia patria, aunque ésta habrá de registrarlo como un vulgar caudillo, ambicioso practicante de la politiquería.
¿A poco no?
Miente como respira y la tragedia abatida sobre Guerrero, en especial el municipio de Acapulco, es el pretexto para practicar el deporte de la mentira que le ha dado medalla de oro, plata, bronce y hasta mención honorífica
¿Ustedes le creen al Duce López Obrador? ¡Yo tampoco!, me sumo al unísono grito de miles de acapulqueños y habitantes de los 46 municipios en los que se emitió declaratoria de desastre natural, pero que luego fueron sacados de esa relación.
¿Error del chivo expiatorio llamado Laura Velázquez Alzúa, jefa de la Coordinación Nacional de Protección Civil? Si lo dice Andrés y lo respalda Manuel.
Pero ahí están los testimonios de guerrerenses que se quedaron sin casa, cuyos cultivos fueron arrasados; mexicanos en desgracia que urgen agua y alimento, pero son desestimadas porque, argumenta el licenciado presidente, responden a intereses de la oposición, de sus adversarios.
¡Joder, Kalimán!
¿Cuándo Su Alteza Serenísima, vuestra merced hará el honor a los acapulqueños, de darse una vueltecita por los rumbos de la colonia Coloso, la localidad de Tres Palos, Barra Vieja, La Laja y Ciudad Renacimiento, o aquellas barrancas desparramadas en la ruta México-Acapulco, donde la miseria insulta?
“Es probable que sea mañana la reunión, por la mañana porque yo voy a Acapulco mañana también, a las 4:00 de la tarde tengo una reunión (…). Entonces, ahí vamos avanzando, vamos regresando a la normalidad”, informa en lunes el Duce. Pero…
¿La normalidad, licenciado Andrés Manuel? ¿A qué llama normalidad cuando se cita la reconstrucción en un periodo no menor de cuatro años?
Recuerde usted que al licenciado no le gusta mojarse los calcetines porque, y “qué tal si me enfermo”, como advirtió cuando las inundaciones en Tabasco. ¡Nooo! Válgame la Santísima Trinidad.
Pero…
Mire usted como es de buena onda “el presidente de todos los mexicanos”, tanto que, mientras sus detractores, los canijos conservadores, los pinchis periodistas lo critican, desde el fondo de su corazón declara:
“Y agradecerle mucho a la gente de Acapulco, de Coyuca, porque se han portado muy bien. Ha habido mucho orden, bastante organización, nos están ayudando bastante para poder ayudar mejor. Y yo no pierdo las esperanzas, soy un hombre de fe, de que para diciembre ya va a haber una Nochebuena y un fin de año distinto para los acapulqueños, y estamos trabajando con se propósito”.
¡Sopas, perico!
O sea, tienen estrellita en la frente, más que una despensa y agua. Son rete bien portados y, quienes le han mentado y le mientan la madre, son actores contratados por los colegas reporteros de la radio y la tele que cubren las tareas de reconstrucción y atención a los damnificados.
¿Y con cuánto le va a entrar el gobierno para levantar Acapulco?
“Pues, es que es suficiente, no hay límite, es todo lo que se necesite para reconstruir la actividad económica, turística de Acapulco, atendiendo a todos, con preferencia a la gente más pobre, más necesitada, que es lo que estamos haciendo”, asegura Andrés Manuel I.
En serio, no se ría.
Y cuando damnificados cuyas demandas de ayuda navegan en la mar del desdén oficial, se organizan y viajan a la ciudad de México, para ser escuchados y atendidos, los jenízaros instruidos por Martí Batres les cierran el paso.
¡Ah!, pero asegura el licenciado presidente:
“Estamos garantizando la libertad de que todo mundo se exprese, se manifieste, pero también decir que hay mucho oportunismo, politiquería, porque algunos de los que vienen en la marcha, pues son de los partidos que están en contra de nosotros. No estoy inventando nada, no estoy levantando ningún falso. Quien convocó, entre otros, fue este señor Naranjo, del PRD, y otros simpatizantes de la señora Xóchitl Gálvez; pero pues están en su derecho. Pero sí estamos nosotros haciendo nuestro trabajo y no van a faltar recursos”.
El politiquero habla de politiquería y los aludidos Guadalupe Acosta Naranjo y Xóchitl Gálvez, lo desmienten. Luego…
–Sobre el tema del presupuesto, hablan de que pudieran echar mano incluso de excedentes petroleros. ¿Considera que debe de hacerse este tipo de revisión de otros recursos para obtener más o con lo que se anuncia y del Fonden, bueno, del…?, preguntan al Duce en la mañanera.
–No, tenemos suficiente, tenemos bastante presupuesto. No es para presumir, es sencillamente restregarles suavemente en la cara a los corruptos que cuando el presupuesto se maneja con honradez, alcanza, rinde (…)—responde el licenciado López Obrador con el espejo retrovisor para culpar al pasado.
Y, sin recato, miente y presume alzándose las solapas del traje de cashmere:
“Más claro todavía: en ningún gobierno ante una tragedia así se ha destinado tanto apoyo al pueblo. Pero está muy difícil que podamos convencer a nuestros adversarios; sin embargo, se garantiza el derecho a disentir, somos libres”.
Porfis, porfis, no se ría, lo dice el pastor que contraviene al Octavo Mandamiento: “no darás falso testimonio ni mentirás”.
Y, disculpe usted la insistencia, ¿por qué sólo dos municipios con declaratoria de emergencia?
Listo como es, el Duce aprovecha para culpar a los canijos conservadores y neoliberales, a los de antes, de los que dice no parecerse.
“Claro que están damnificados, ¿no? No 43, 47, sino todos los pueblos de Acapulco, como la mayoría de los pueblos de México, por la política de corrupción que imperó durante muchos años, claro que hay damnificados en nuestro país, muchos, muchos, muchos que requieren ayuda, pero por el huracán básicamente estos dos municipios”.
Lo dicho: Andrés Manuel López Obrador nunca pierde ni empata. El más chingón de la pradera y que le aplauda el pueblo bueno y las masas fundamentalistas y lo llenen de loas estos excelsos intelectuales como el licenciado Fisgón y el doctor Villamil. ¡Faltaba más! ¡Recórcholis, Drakko! Digo.
LA REELECCIÓN DE LA SENADORA PRESIDENTA. Por primera vez en el ámbito del Senado de la República, desde que fue aprobada la reelección inmediata de legisladores, hay interesantes perfiles de quienes buscan repetir en el cargo de elección popular en la próxima LVI Legislatura Federal.
Así, en Tlaxcala, siete destacados políticos de esa entidad, entre ellos la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, se registraron como aspirantes al Senado por Morena.
Y, bueno, hay que citarlo, la actual presidenta de la Mesa Directiva senatorial respaldada por su alto capital político, se perfila para ser reelecta. Rápido se ha ido el tiempo y, fíjese usted, la senadora presidente inicio su actividad política en 1994, como delegada en la primera convención democrática convocada por el EZLN. Ya lloviznó. Conste.
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