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En el pasado febrero la candidata del presidente López Obrador (o de su Partido, lo cual para fines de realismo político es lo mismo), la señora Claudia Sheinbaum, asumió las reformas constitucionales presentadas por el Ejecutivo el 5 de ese mes como guía ideológica y programa de gobierno. O por lo menos componente importante de su plan.
Ya después presentó sus cien puntos y sus análisis sectoriales de salud y de combate a la corrupción. Ninguno de esos documentos sacudió la marcha de los astros.
(AP).-“Decir muy claramente –pregonó sin ambages–, que respaldamos las propuestas presentadas el día de ayer (5.2) por el presidente Andrés Manuel López Obrador al Congreso de la Unión, como reformas constitucionales (…) estas propuestas son parte del programa que vamos a presentar el primero de marzo a la ciudadanía, como inicio de la campaña electoral de nuestra coalición ‘Sigamos Haciendo Historia’”.
Con todo y la retórica del historicismo, eso quiere decir: la sustancia ideológica y programática de su gobierno ya le ha sido confeccionada desde antes de las elecciones.
Y ella–alegre– acepta orgullosa ese compendio.
Ahora el presidente presentó otra parte de ese legado, de eso llamado por algún comentarista, “el pliego de mortaja sin mortaja”: la obra pública, porque las prisas y las fechas no hacen fraguar el cemento a mayor velocidad ni se corrigen los errores sólo porque se acerca el día de la inauguración ni se confunden en la realidad una refinería con un galpón medianamente decorado para ganar la candidatura al gobierno veracruzano.
No, las cosas llevan tiempo, si se quieren hacer bien, no como los trenes descarrilados y los aeropuertos incomunicados.
“ No. –dijo el Gran Timonel el viernes pasado–, vamos a cumplir con todo, vamos a cumplir con todo. Y lo que no podamos, con mucha transparencia le (lo) vamos a informar a la gente: esto queda pendiente.
“…Voy a procurar, (…) si algo nos queda pendiente yo voy a dejar por escrito, solicitando a quien me va a sustituir que se hizo un compromiso y no se pudo por alguna razón cumplir (cumpla usted mi compromiso como si fuera suyo), sobre todo por cuestiones de tiempo, pero que se va a dejar el presupuesto; si es necesario, que se apliquen recursos o que consideramos que es una obra muy importante o un acto de justicia necesario y que se lo dejamos encargado.
“Y ese documento se lo voy a entregar a los interesados. Pero casi no vamos a dejar pendientes”.
Más allá de no saber quiénes son los interesados en recibir el dicho documento pues en el primer párrafo se habla de “quien me va a sustituir” (será a suplir, porque nuestro señor presidente es insustituible), debemos suponer a doña CSP como la destinataria de dicho pliego mandatorio (no petitorio) , porque si la opositora ganara la contienda, difícilmente aceptaría una inaudita instrucción escrita o verbal.
La auditaría, pero no la acataría.
Pero en la lógica presidencial la continuidad es un derecho, no una imposición. Al aclarar su reacción y parecer en torno del debate de candidatos presidenciales, el presidente confirmó su acuerdo y cercanía con Claudia Sheinbaum, de quien no tiene queja –según se desprende– ni desacuerdo.
La culpa, como suele suceder en este mundo, es de los periodistas ingratos, vendidos y demás; es de los medios y sus torcidas interpretaciones.
“… pero ellos volaron y de inmediato imaginan que yo estaba tan enojado porque no habían defendido al gobierno que me inconformé con una de las candidatas. Que, dicho sea de paso, la quiero mucho, mucho, mucho.
“…Pero, fíjense, queriendo, como se dice coloquialmente, amarrar navajas, cucándome. Pero, la verdad, es de pena ajena porque hacen el ridículo. Eso fue lo que interpretaron, claro que no interpretaron eso, porque no son tontos; pueden ser perversos, pero tontos no”.
Hay cariños de simple enunciado. Otros –como este del presidente a su candidata– necesita la dulzura reiterativa; original y dos copias: la quiero mucho, mucho, mucho.
Así pues, a hacer la tarea. Los deberes, como se dice en España.