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Encendido el estadio de Montjuic el partido del miércoles se desarrollaba como narra el cronista…
“…La sincronización de los pases de Lamine con los desmarques de Ferran desestabilizaban a la zaga dispuesta por Luis Enrique. Zabarnyi, que ocupó la plaza del lastimado Marquinhos, sacó la pelota antes de que rebasara la línea de meta después de un excelente toque exterior de Lamine y el tiro posterior de Ferran. El valenciano acertó a la tercera cuando recibió de Rashford una pelota ganada por Lamine a Vitinha en la medular y conducida por Pedri…
“…La velocidad en las transiciones y la calidad de los atacantes barcelonistas marcaba la diferencia en un partido extraordinario por abierto, igualado e intenso, tan concentrado en la divisoria que las jugadas más explosivas llegaban por las bandas, preferentemente la ocupada por Lamine y Nuno Mendes…”
El mundo del futbol, literalmente, estaba colgado de los hilos de la emoción, pero a fin de cuentas el Barcelona miró cómo –con la victoria del PSG– sus ilusiones se venían abajo tal cae la luvia vertical sobre las piedras gaudianas de la Sagrada Familia.
Mientras tanto, en el otro lado del mundo, en México, el Poder Legislativo, cuyo Senado le asestaba un furibundo tiro de castigo “desde la distancia de los once pasos”, a los ciudadanos del país entre otras cosas porque Manuel Huerta Ladrón de Guevara (ese es su apellido, no su fama), presentó otra vez una reserva para reintroducir un transitorio emponzoñado, tan vil como la limitativa reforma al juicio de Amparo, cuya benéfica naturaleza de protección ciudadana se tornó defensiva de los intereses del gobierno, los burocráticos, los administrativos y los políticos.
El nuevo amparo cuatroteista, “mete el camión” en el área chica del régimen. No deja ni un rincón ni para alojar el nido de las arañas, según dice Bermúdez el bueno, con visible licencia de entomólogo microfoneado. El otro es Hernán, el malo.
Mientras tanto, en medio del bullicio pendenciero de la discusión legislativa, el líder del Senado –coordinador de la mayoría aplastante de sorda obediencia– clavaba su nariz en la pantalla del i.pad, atento al incesante ballet de Lamine.
–¿Ejtos cabronej ya noj metieron un gol, carajo”, pudo haber dicho con acento tabasqueño, porque quizá esa sí valga como grave preocupación de estos días. No cuentan los cuentos ni las cuentas fiscales, ni tampoco las preparadas declaraciones del otro Bermúdez, Hernán de primer nombre quien con su Barredora iba a limpiaba de corrupción las escaleras de arriba para abajo y terminó con aherrojado viaje desde Sudamérica para recibir a bordo del avión, un curso intensivo de cómo declarar y cuando callar para detener los tiros de castigo en su arco (rima con narco) y el de su jefe.
Tampoco eran materia de preocupación para el señor senador, los interrumpidos pero fructíferos (en cuanto a la recolección financiera) servicios jurídicos con cualquier significado para esa amplitud servicial tan poco descriptiva, ni mucho menos las andanzas ganaderas lejos de la amenaza para el ganado en pie del gusano barrenador a lomos de mosca desde Chiapas sin pasar de seguro por Palenque.
La crónica futbolera catalana seguía:
“La tensión pudo con el Barça, desinflado y derrotado por vez primera, sorprendido por su inferioridad y por la fiereza del PSG…”
El notario, senador, ex gobernador, ex secretario de gobernación, asesor, senador y ganadero, cerró su tableta. Maldijo en voz muy queda y recordó una de muchas llamadas:
–Ya estuvieron los embarques. Ciento treinta. Sí, gracias”.
–No ejtá mal, no ejta mal, murmuró.
Días atrás había informado con toda ética, pero quizá con poca aritmética:
“Me concentré en el asunto de la ganadería precisamente para evitar la posibilidad de un conflicto de interés”.
Todo eso fue en la conferencia aclaratoria de su fórmula para hacerse millonario, más millonario, mientras al gallo de intacto plumaje nadie le quita una pluma.
Pero mientras todo eso ocurría el derecho de resistencia, como les llama la jurista Gabriela Beltrán Hernández, a las posibilidades defensivas del ciudadano, en su ensayo “El derecho natural de resistencia como un Derecho Humano”, se ven mermados como si el árbitro mismo derribara al delantero adversario en el área con cínica plancha en el tobillo.
Pero todo eso se ha acabado como el partido cuando el árbitro pita su silbato. Estas palabras de la ya dicha especialista, se quedan para el olvido:
“… el proceso de amparo reglamentado en los artículos 103 y 107 de la propia Constitución (la otra Constitución, pre IV-T.2.P ), es un medio de control, constitucional y convencional con que cuenta el Estado para la tutela de la Constitución, y, con ello de los derechos fundamentales, en el cual el órgano de defensa de la constitución es un tribunal constitucional.”
hoy ya no tenemos ni amparo favorable, ni tribunal constitucional sino un templo para rezarle a Quetzalcóatl, mientras el en el país florece el “Huachicóatl”.
Sólo quedan en la vitrina de las advertencias proféticas, estas palabras de Crescencio Rejón, padre del amparo y defensor de la República:
“…Por eso os propone se revista a la Corte suprema de justicia de un poder suficiente, para oponerse a las providencias anticonstitucionales del Congreso, y a las ilegales del Poder ejecutivo, en las ofensas que hagan a los derechos políticos y civiles de los habitantes del Estado; y que los jueces se arreglen en sus fallos a lo prevenido en el código fundamental, prescindiendo de las leyes y decretos posteriores, que de cualquiera manera lo contraríen.
“Se hará también INNECESARIA LA CREACIÓN DE UN PODER CONSERVADOR MONSTRUOSO, QUE DESTRUYA LAS INSTITUCIONES FUNDAMENTALES Á PRETEXTO DE CONSERVARLAS, Y QUE REVESTIDO DE UNA OMNIPOTENCIA POLÍTICA SEA EL ÁRBITRO DE LOS DESTINOS DEL ESTADO, SIN QUE HAYA AUTORIDAD QUE MODERE SUS ABUSOS”.
Un poder monstruoso que destruye las instituciones fundamentales…
Me suena, me suena…
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