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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

Morena toma nuevamente la delantera a la oposición en la carrera por los estados, bajo la sombra del “efecto Ebrard”. Las reglas para elegir candidatos a ocho gubernaturas y la CDMX en 2024 son más cupulares y cerradas que en la presidencial para evitar divisiones y conflictos internos en los estados como el abierto nacionalmente por la impugnación del triunfo de Sheinbaum, que no termina de resolverse.

Para Morena está en juego la renovación de casi un tercio de las entidades y conocer si sigue en la cima de la “ola” de la alternancia que llevó a su dominio 22 gubernaturas en este sexenio con sus aliados o si el viento a su favor comienza a menguar, con repercusión en la elección federal. El cambio en los requisitos para seleccionar a cuatro mujeres candidatas y cinco hombres en los estados refleja que las contiendas serán más competidas de lo que indican las “fotografías” de los sondeos. La oposición aún no define el método de selección de los suyos.

La convocatoria, que abrirá inscripción la próxima semana, ya no obliga a los aspirantes a dejar sus cargos y castiga la propaganda en espectaculares, bardas y la movilización territorial. Los abusos que se vieron en su interna están el centro de la denuncia de Ebrard para exigir limpiar y reponer el proceso por dispendio de recursos y falta de equidad en la contienda.

Esa experiencia caló en su dirección nacional a cargo del proceso, mientras Ebrard sigue sin aclarar si se quedará en Morena, a pesar de que su partido da el resultado como definitivo o escalará su protesta al Tribunal Electoral. Por un lado, el excanciller espera agotar las instancias del litigio estatutario; y por otra, suma más de 30 legisladores afines a su proyecto de asociación civil que recorra el país en busca de cuadros, aunque su partido no reconoce corrientes internas.

Para Sheinbaum su triunfo es hecho consumado. Tras recibir el bastón de mando de López Obrador como su máximo líder, tomó las riendas y la definición de las candidaturas; la integración de su equipo y colocación de operadores en la Comisión Nacional de Elecciones, que aprobará los perfiles y mejor posicionados en las encuestas estatales con que serán elegidos, incluso determinará a los más competitivos o la asignación por género. El diseño de las reglas es más regresivo que en la presidencial y da a la cúpula poder discrecional para resolver candidaturas, dado que podrá jugar con criterios como el de género para definir el cuadro de aspirantes en cada estado. Es decir, las campañas se reducirán al mínimo para evitar confrontación o motivos de inconformidades de los perdedores.

La primera prueba del control de Sheinbaum fue la inscripción para la CDMX de su exsecretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, salvando el veto de López Obrador por su paso en la extinta PFP en tiempos proscritos de García Luna como subordinado de Cárdenas Palomino, y en la FGR con Peña Nieto, con salpicaduras de la investigación de Ayotzinapa.

Además de su cercanía, Harfuch es indicativo del pragmatismo electoral de Sheinbaum hacia el favorito de las encuestas sobre las aspiraciones de un perfil social como Clara Brugada de Iztapalapa, que le peleará la candidatura. Pero el tema puede ser divisivo en una plaza complicada como la CDMX, porque necesita recuperarla tras perder nueve alcaldías en 2021. Ya antes había dado muestras de criterios prácticos con la operación cicatriz con Ricardo Monreal y Adán Augusto al sumarlos a su equipo y conjurar otras divisiones, además de despresurizar el conflicto interno con puertas abiertas a Ebrard. Su oportunidad de imponerse en las urnas y en el Congreso necesitan acompañarse de perfiles competitivos y evitar rupturas, una tarea difícil.

Pese a la marca de Morena en las encuestas, los escenarios locales para repetir en cinco estados y la CDMX son complicados por el desgaste del gobierno en poder de Morena y el crecimiento de insatisfacción hacia su partido en zonas urbanas. No obstante, podría dar sorpresas en bastiones opositores panistas, como Guanajuato, donde corren muy pegados. Más allá de especulaciones, lo que asoma de las primeras decisiones de Sheinbaum es una posición política dispuesta a aceptar el recorte de ideologías por consideraciones prácticas si evitan rupturas o afectan la oportunidad de triunfo electoral.